El pasado 16 de abril el gobierno anunció la intervención de YPF y la compra de un 51% de su paquete accionario a partir de la venta forzada de una parte de las acciones del grupo Repsol. La medida responde en primer lugar a un déficit en la balanza de pagos. La Argentina se ha convertido en importador neto de gas y petróleo, esto es, importa más de lo que produce. Esta situación es resultado de dos décadas de vaciamiento y desmantelamiento de YPF, consentidas y alentadas por los sucesivos gobiernos ("han exprimido hasta la última gota" [1], "reconocen", algo tarde), y agravadas por una política deliberada de desabastecimiento ejecutada por el grupo Repsol [2] (política que es también parte de la puja por los precios internos). En este marco, la medida significa frenar el chorro del giro de utilidades al exterior (U$D 8.813 millones entre 1999 y 2011) [3]. El estado como capitalista colectivo (es el estado de todos los capitalistas) puede -debe- ir contra los intereses de un capital individual para garantizar las condiciones generales del proceso de acumulación capitalista. En palabras del gobierno se trata de poner a YPF "al servicio de las necesidades del país" [4]. En cambio, la medida no responde más que a los intereses de la burguesía en determinado momento histórico. El centro del argumento oficial está puesto en el control de YPF como un "instrumento fundamental" para la "intervención del estado en la economía". Hay que decir, antes que nada, que la antinomia estado presente/estado ausente (construcción de la que participa no sólo el gobierno sino también cierta "oposición") es falsa. El estado siempre interviene en la economía, valiéndose de mecanismos diversos. Se juegan así, por ejemplo, distintas formas de apropiarse de la renta del petróleo. En la misma línea, se habla del "papel de una empresa estratégica en un modelo de crecimiento con inclusión" [5] y de "afianzar el modelo de reindustrialización" [6]. Sin embargo, el techo del crecimiento no está en la falta de energía sino en las características del capital localizado en el país (capitales normales fragmentados que pasan a operar en pequeña escala, liberados de la necesidad de ampliar la capacidad productiva). Es este el límite objetivo de la economía argentina, que consolida el estancamiento a largo plazo. Por otra parte, en todas partes del mundo el estado tiene control sobre la actividad hidrocarburífera. En este sentido, se trata de una medida normal, es decir, hoy la anomalía estaría dada por la privatización, y no al revés. Es la propia presidenta la que se encarga de aclarar que "el modelo no es de estatización" [7]. Sólo se expropian las acciones necesarias para alcanzar el control de la compañía (51%), mientras Repsol seguirá siendo accionista (6%) al igual que la familia Ezquenazi (25%). Del mismo modo se incentiva la asociación con nuevos capitales para las inversiones que harán falta: "no tenemos que tener prejuicios de que bajo la forma de joint ventures, de unidades transitorias de empresas y de todas las modalidades modernas de negocios que hoy imperan en el mundo podamos asociarnos con otras empresas estatales, con empresas privadas, con capitales nacionales" [8]. El problema no es de forma jurídica o de qué porcentaje del paquete accionario está en manos del estado sino de contenido. Es necesario, en este sentido, combatir la idea de un estado neutral, que asimila "estatal" con algo que es "de todos" olvidando que se trata, en definitiva, de un estado capitalista [9]. Finalmente es necesario ubicar la medida tomada por el gobierno en el contexto de crisis mundial. En la dinámica de la crisis los capitales se comen unos a otros en un proceso de creciente concentración y centralización. En este caso, los capitales españoles, fuertemente afectados por la crisis, son devorados por otros menos afectados o más poderosos. La política sin historia El discurso oficial nos habla de "soberanía nacional" y de "recuperar nuestros recursos". Sin embargo, la política ha sido, una y otra vez, la de la entrega. Y una y otra vez nos han llamado a recibir con entusiasmo medidas diferentes consagradas a llevar adelante la misma política. En 1992 YPF Sociedad del Estado se convierte en YPF Sociedad Anónima. En aquel momento, el matrimonio Kirchner (Néstor como gobernador, Cristina como diputada provincial) llamaba a apoyar la privatización desde Santa Cruz: "fueron los más entusiastas en privatizar YPF. Nos ayudaron a impulsar la privatización", diría años después el ex presidente Menem [10]. En 1999 Repsol adquirió casi la totalidad de las acciones de la empresa y, desde entonces, la producción y las reservas han caído año tras año [11]. En 2007 el grupo Petersen (familia Ezkenazi) se hizo de un 15% del paquete accionario de la petrolera y en 2011 amplió su participación, quedándose con el 25% de la misma. El kirchnerismo llamaba entonces a celebrar la "argentinización" de YPF: "Los argentinos tendríamos que estar contentos de que capitales argentinos estén recuperando parte de la empresa que lamentablemente nos ha traído tantos dolores de cabeza" arengaba el entonces jefe de gabinete Alberto Fernández [12]. Los Ezkenazi, que se quedaron con un cuarto de la compañía sin desembolsar un centavo (financiaron su parte con utilidades de la propia empresa), eran señalados por la presidenta como "la nueva burguesía nacional que necesita el país" [13].
Hoy el kirchnerismo vuelve a pedir aplausos para una medida que no viene sino a condonar dos décadas de saqueo de las que él mismo ha sido cómplice. Y lo hará pagando billete sobre billete las acciones expropiadas al grupo que durante 12 años no dejó de llevarse millones al costo de desmantelar la principal empresa petrolera del país. Los privatizadores de ayer se confunden con los expropiadores de hoy. En efecto, quienes hoy compran YPF son los que ayer la vendieron, pero no hay que ver en esto contradicción alguna: la medida tomada por el gobierno es la requerida por las actuales necesidades del capital, y por lo tanto se desarrolla en continuidad respecto de las anteriores. Para cerrar el círculo, es ahora Menem el que ofrece su apoyo: "Voy a ir al recinto y voy a apoyar la estatización de YPF (…) El escenario ha cambiado, la situación no es igual a cuando yo la privaticé" [14]. Puesta en escena de la política El fuerte efecto simbólico de la medida juega así en una cancha marcada por la política del olvido, y por las escenificaciones que el estado realiza para apuntalar la legitimidad de su dominación. A partir de estas escenificaciones, la dominación exige alineamientos. En este caso, del lado de la "intervención estatal" frente a "los grupos económicos"; poco antes, del lado del capital "nacional" frente a los capitales extranjeros. Del mismo modo se construyó la idea de una ley de medios "de la democracia" "contra los monopolios", o de retenciones "redistributivas" "contra la oligarquía". Siempre medidas aisladas abstraídas de la política global (que favorece la consolidación de esos propios monopolios y garantiza beneficios extraordinarios para esa misma burguesía agraria). Y estos dispositivos siguen operando aún cuando el consenso es casi unánime en el bloque dominante. Hay que mirar, en este sentido, la correlación de fuerzas (bien distinta de los ejemplos anteriores en que existía una disputa entre distintas fracciones del capital y sus expresiones políticas). Hoy no hay disputa en la escena política: la ley va a ser votada por una mayoría inédita en el Congreso y el gobierno cuenta con el apoyo de todo el capital concentrado. Tal alineamiento aparece no sólo en las declaraciones de apoyo (SRA) [15] sino también en los silencios (UIA, AEA, EEUU). Unas contadas excepciones (grupo Clarin, PRO) aparecen, no obstante, colaborando en la escenificación que propone el gobierno. No hay que confundir: la agresividad discursiva es parte de la negociación que se viene por el precio de las acciones. Así, de un lado el gobierno argentino denuncia el vaciamiento, la falta de inversiones, el daño ambiental, etc. y, del otro, Repsol y los funcionarios españoles denuncian que se comete un ataque contra España. Pero también esto comienza a relativizarse con el correr de las horas. Si en un primer momento se anunciaban grandes represalias, poco después el tono ya había cambiado: "El ministro de Exteriores español, José Manuel García-Margallo, dijo ayer en Luxemburgo, tras una reunión de cancilleres de la Unión Europea, que España pararía todos sus reclamos y pedidos de represalias contra Argentina si la petrolera española Repsol recibiera una indemnización «adecuada», negociada y no impuesta" [16] Yapa: y de paso... criminalización de la protesta Como si no alcanzara con toda la maquinaria de publicidad oficial montada en torno a YPF para reforzar el consenso y la disciplina, la presidenta dio por cerrada una etapa del país y con ella la de los cortes y piquetes: "con esta recuperación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales hemos tal vez terminado de pagar la historia de los piqueteros de la Argentina, que salieron a la vera de los caminos a pelear por un futuro y una vida que le estaban arrebatando (…) Porque tenemos un país diferente, porque nos merecemos también la inteligencia de encontrar en todo caso, si tenemos diferencias, formas de protestas y de reclamos que no le compliquen la vida al resto de los argentinos, pero lo que es peor todavía: le terminen haciendo el juego a los que precisamente los sacaron a las calles como piqueteros" [17]. Estas líneas condensan buena parte del discurso kirchnerista contra la protesta: en la "nueva Argentina" ya no hay lugar para la lucha social y quienes se resignan a aceptarlo "le hacen el juego a la derecha". Discurso al que se apela como fundamento de una política de criminalización y represión.
En este escenario, plantear "un paso hacia adelante" es hacer seguidismo del estado. Es comprar las escenificaciones que éste nos vende. Y así se termina colaborando con la publicidad oficial. Por el contrario, es necesario salir de la cancha marcada por el kirchnerismo. Desmarcarse y salir a plantear otro juego. Es en este contexto donde aparece con más fuerza que nunca la necesidad de intensificar la lucha ideológica. Y es aquí donde se encuentran hoy los mayores desafíos para la izquierda. [1] Axel Kicillof, defensa del proyecto ante el Senado, en Perfil 17de abril de 2012. [2] Según datos oficiales como consecuencia de "la estrategia de reducción de la producción (…) las cantidades importadas de combustibles superaron a partir de mediados de 2010 a las exportadas. Así, la política de virtual vaciamiento, al aplicar una lógica operativa más cercana al mundo financiero que al productivo, ejecutada por REPSOL-YPF multiplicó las importaciones de combustibles por 11 veces entre los años 1995 y 2011 (…) esta compañía fue responsable del 54% de la caída de la producción de petróleo y del 97% de la caída de la producción de gas" (Kiciloff - Zannini, Fundamentos del proyecto). [3] Kiciloff - Zannini, op. cit. [4] Ibíd. [5] "Una cosa es pensar que el petróleo se extrae para llevar al exterior, otra es para el crecimiento interno" (Axel Kicilloff, op. cit.). [6] "Para garantizar la continuidad en el largo plazo del acelerado crecimiento económico con perfil industrial, que se verificó desde el año 2003, es necesario asegurar la disponibilidad de aquellos recursos que resultan estratégicos para sostener la expansión de la producción en condiciones económicamente razonables y previsibles en el tiempo. Los hidrocarburos, particularmente el petróleo y el gas, se encuentran indudablemente entre los recursos imprescindibles para el desarrollo" (Kiciloff - Zannini, Fundamentos del proyecto). [7] "seguimos conservando la forma de sociedad anónima, seguimos funcionando de acuerdo a la ley de sociedad privada" (CFK, op. cit.). [8] Ibíd. [9] "la producción caótica de la sociedad capitalista capitula ante la producción planificada (…) Claro está que, por el momento, en provecho y beneficio de los capitalistas (…) el representante oficial de la sociedad capitalista, el Estado, tiene que acabar haciéndose cargo de la producción" (F. Engels, Anti-Dühring, 1894). [10] Revista Noticias N° 1575, 2 de marzo de 2007. [11] http://www.iapg.org.ar/estadisticasnew/. [12] Telam, 22 de diciembre de 2007. [13] La Nación, 16 de abril de 2012. Hace apenas poco más de un año Cristina festejaba el descubrimiento de un megayacimiento en Loma de la Lata como "la prueba del resultado exitoso de la incorporación de un socio argentino". [14] Clarin, 20 de abril de 2012. [15] "Biolcati también respaldó la expropiación. El presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Hugo Biolcati, celebró el proyecto de ley para expropiar el 51 por ciento de las acciones de Repsol en YPF (…) «En muchísimos países el abastecimiento energético está en manos del Estado. Yo no creo que eso sea malo», afirmó Biolcati. El titular de la Sociedad Rural (…) sostuvo que «no es bueno ni malo por sí mismo que algo sea estatal o privado, lo que debe ser es eficiente y estar al servicio del público». El ruralista, en diálogo con a radio El Mundo, recordó que YPF «fue una empresa que enorgulleció en su momento a los argentinos» y criticó: «Hoy nosotros no conseguimos gasoil para avanzar con la cosecha» (Clarín, 19 de abril de 2012). [16] Clarin, 24 de abril de 2012. [17] Cristina Fernández de Kirchner, 20 de abril de 2012, discurso en el acto de licitación de un complejo hidroeléctrico en la Provincia de Santa Cruz.
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