DANIEL HERRERA LUSSICH
Antes de las elecciones, alguien dijo una vez que el triunfo de la derecha era la desilusión, y el triunfo de la izquierda, el caos. La izquierda se presentó a la opinión pública con los mejores propósitos: transparencia, eficacia, sobriedad, disminución del endeudamiento, lucha contra la corrupción, erradicación del nepotismo y el acomodo de militantes sin pruebas de capacidad, desinterés de toda ambición personal, justicia distributiva, disminución de la pobreza, laicidad de la enseñanza, mejoramiento del sistema educativo y del sistema de la salud pública, achicamiento del Estado y baja del desempleo, honestidad en la función gubernamental, independencia en nuestra política exterior, apoyo al Mercosur y respeto a la autodeterminación de los pueblos.
Son siete años de gobierno en lo nacional, pero en lo departamental van más de 20 años: luego de Vázquez, Arana, Ehrlich y la actual, Ana Olivera, tenemos un municipio de altísimo costo y pésimos servicios, con el innegable drama de una ciudad inmersa en la basura.
Y mirando hacia todo el país y recordando las promesas que se repetían y repetían, cabe la pregunta: ¿cuánto de aquellas ideas y buenas intenciones se han cumplido pasados los años?
REALIDAD. La realidad de hoy muestra la falacia de aquellas promesas y el duro contraste está a la vista.
El nepotismo comenzó desde las más altas jerarquías, y se designaron esposas, hermanos, sobrinos, yernos, y hasta novios o parejas en trámite.
La introducción de la militancia en la educación, con fotos de gobernantes en los libros de texto, rompió la postulada laicidad.
La sobrecarga tributaria y el exceso impositivo afirman la hipertrofia estatal, más encaminada a subir salarios y sueldos con fines proselitistas que a la inversión en obras de infraestructura imprescindibles.
Basta andar por las rutas, atravesar riesgosos puentes y ni hablar del estado de los locales de estudio.
El fracaso de las políticas de seguridad hace riesgoso salir a la calle y los asaltos y rapiñas ocurren a diario en todos los barrios. Fueron al Parlamento quince proyectos para combatir la inseguridad, todos sin financiación. El rechazo ha sido casi unánime desde las propias filas oficialistas. Todo está a fojas cero.
El prometido achicamiento del Estado se da de bruces con la permanente designación de funcionarios públicos y la superposición de nuevos organismos para el mismo fin, como el caso de la vivienda que ha postrado en la ineficacia el objetivo perseguido, y los nuevos y numerosos cargos de confianza que premian adhesiones o amiguismos.
ENTRE AMIGOS. La conflictividad creciente aleja a la inversión extranjera y deja a la población sin servicios que son esenciales (nafta, gas, correo, salud, transporte). Hay paros en Ancap, de docentes, de médicos y cirujanos que renuncian masivamente, pilotos de la aeronáutica que se van, servicios de Meteorología, funcionarios de AFE, cansados de disparatados proyectos, vuelos que se atrasan por paros y así la larga cadena de labores públicas que no se cumplen. Y la que paga los platos rotos por un gobierno que deja correr los tiempos hasta que tiene arriba la crisis o la protesta por promesas incumplidas es la ciudadanía. Días pasados todo televidente habrá quedado sorprendido cuando se daba cuenta de una larga cola de ambulancias, que trasladaban enfermos a emergencias y por falta de camas y personal esperaban pacientemente el turno dentro del vehículo, en la calle.
La vulneración progresiva de la esfera de la privacidad personal y de los datos reservados, en orden a la idea de que lo político está por encima de lo jurídico (frase nada menos que salida del presidente José Mujica) con la consiguiente inconstitucionalidad de esa priorización que invierte la importancia de los valores, un planteo realmente grave.
El descuido del medio ambiente y el exceso de ventajas otorgadas a la inversión extranjera, a la que se exonera de tributos y a cambio de algunas fuentes de trabajo, expolia la tierra, afecta la ecología y destruye las redes viales. La gente afectada directamente protesta y no se le oye. La ayuda social, que es necesaria en los casos de real indigencia, se proporciona sin criterio ni racionalidad por el Mides, que termina ayudando a los vendedores de pasta base. Hace escasos días en un conocido programa televisivo una muchacha, una niña, lloraba ante la muerte de su pequeña. Le preguntaron qué necesitaba y respondió sin dudar: ¡Otra hija pequeña para seguir cobrando subsidio!, y lo peor es que agregó: "si tiene alguna enfermedad crónica mejor, mayor es lo que recibo". Horrores que ocurren en este país por mala conducción de los servicios sociales o principios ideológicos de otras épocas. Se ha logrado bajar el desempleo, disminuir la pobreza, pero llamativamente el quiebre social aumenta. Los asentamientos, con gente que vive en las peores condiciones y bajo el terror de estar rodeados de delincuentes y drogadictos, golpean desde las pantallas de televisión a diario cuando las autoridades recorren esas calles, si así se pueden llamar, en busca de alguna boca de pasta base o de rapiñeros. Por otra lado, en Mendoza se le dio sepultura al Mercosur y las tensiones con Argentina día a día aumentan con riesgo de empresas que exportaban a Buenos Aires y el riesgo de una aguda caída de la llegada de turistas luego del golpe del impuesto de 15% a las tarjetas de crédito de los argentinos que salen del país y de los controles sobre el dólar.
GRACIAS EXTERIOR. Dice Joaquín Morales Solá, el excelente periodista del diario La Nación, que el gobierno de Cristina Kirchner se viene salvando por la bonanza económica del mercado exterior, en base a los altos precios de los productos exportables y lo que él llama "el buen manejo del ritmo político, que no resuelve ningún conflicto grave de la sociedad, pero no pasa semana sin que la llene de nuevas y prescindibles iniciativas políticas".
Puede decirse que lo mismo ocurre en nuestro medio, con los proyectos de ley para la autorización del voto en el extranjero, la baja de la edad para votar a los 16 años (precisamente por quienes rechazan la idea de la rebaja de la edad penal, con lo que tenemos que se pretende dar la capacidad política a los que no tienen imputabilidad penal), la legalización de la marihuana, los anunciados cambios ministeriales, los nuevos resarcimientos de los damnificados por la dictadura, la nunca definida ubicación del puerto de aguas profundas, la nueva ley especial para atenuar la caída y quiebre de Pluna, la creación de un nuevo instituto de derechos humanos, el llamado de la Junta de Ética y Transparencia realizado el pasado mes de julio para concurso de asesores en la lucha contra la corrupción, etc.
A todo ello se suma el desenfreno electoral, que tanto se imputa a la oposición, en parte una realidad, pero que el oficialismo transforma en un intercambio de flores cuando Astori proclama como el mejor candidato presidencial a Tabaré Vázquez y a su vez Vázquez casi simultáneamente señala lo mismo de Astori, mientras es notorio que de filas del MPP impulsan el nombre de Raúl Sendic, pese a los tropiezos de Ancap.
Este es el panorama que se observa, más allá de la versión del 25 de agosto, dada por el ministro Daniel Olesker sobre los "logros del gobierno del Frente Amplio", estancado en promesas que han quedado en eso, promesas, mientras el capítulo que ha salido a flote, lo impulsa básicamente factores externos: precios de la soja, trigo, carne, etc. Aunque aparecen algunas nubes negras: la inflación en 7,8% contra la estimación oficial de no pasar un 4%, la caída en la competitividad, del puesto 63 en el mundo al 74, y el creciente déficit público.
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Siempre es, a último momento, un pelotón de soldados el que salva la civilización.
OSWALD SPENGLER
Carlos A. Silva Valiente
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