miércoles, 20 de junio de 2012

RE: Patria Libre está en la calle. Nº 5. Junio 2012

Publicado

Date: Wed, 20 Jun 2012 01:19:32 -0300
Subject: Patria Libre está en la calle. Nº 5. Junio 2012
From: patrialibreoriental@gmail.com
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Patria Libre

Nº 5 Junio 2012


Sumario:


Editorial: - Liberación o dependencia, esa es la cuestión.

Tierra: - Razones de una lucha, por Julián Cabrera.
            - Situación del campo de Don Ney luego de la inspección ocular comprobando la falta de 80 vacunos, por Mario Thedy.
            - Entrevista a Federico Cantera, vecino de Valentines, protagonista de la resistencia a la multinacional Aratirí.
            - Ferrocarriles: se prepara una nueva enajenación del patrimonio.

Educación: - Preocupa la situación de la educación.
                  - Julio Castro: maestro, periodista, militante del pueblo.

Patria Grande: - Argentina: entre el acecho de los pulpos imperiales y un pueblo que busca soberanía.

Internacional: - Siria: sufriendo una velada, pero sangrienta intervención.

Historia:
- A 150 años de la Batalla de Pavón.

Cultura: - El punto de vista de nuestra historia, Jauretche - Torres García.
             - De todo como en botica, por Hugo Cabeza.
             - Crónica de hombres libres.

Para comunicarse: patrialibre@adinet.com.uy

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Liberación o dependencia

esa es la cuestión

 

Primero que nada hay que conocer y explicar el presente histórico, de lo contrario no habría análisis de la realidad y propuestas de transformación, si no repetición de esquemas ideológicos.

Por no comprender las necesidades del país, ni las fuerzas en pugna, se puede debilitar la acción de los sectores populares y fortalecer el poder de los dominantes.

Por el contrario, anclar la propuesta en las necesidades nacionales abre la posibilidad de dar cause al protagonismo popular en la acción de cambio.

 

Dominación imperialista

 

Es fundamental comprender que nuestra realidad está pautada por la dominación imperialista.

Las potencias hegemónicas deciden nuestro lugar en la división internacional del trabajo. Lo cual condiciona la vida de nuestro país y cada uno de sus integrantes. Esto habilita el saqueo y nos condena a la dependencia.

Ha colocado en el poder a la oligarquía, beneficiada con esta entrega, ha construida una capa media intelectual individualista y de matriz europea que reproduce este sistema y creado un infra desarrollo adaptado a las necesidades de las metrópolis y, a la vez, inhibidor del desarrollo nacional que de respuesta a nuestras necesidades.

Condena a la mayoría de la población a condiciones de vida muy precarias para abastecer las arcas de los monopolios económicos que manejan el mundo.

Y con esto vamos a afirmar algo que queda en evidencia: si un país no tiene el control sobre sus condiciones de existencia es una colonia, no una nación.

Para que las potencias y los grupos económicos puedan mantener esto es necesario fortalecer el aparato represivo y minar la conciencia de los sectores populares.

Esto último les permite lograr la hegemonía.

Su intervención velada, la necesidad de la nación subestimada, los sectores que podrían asumir la resistencia nacional fragmentados, son factores importantísimos para que nada cambie.

Quieren esconder la dominación centralizada para que no le opongamos una oposición unificada.

Se borran naciones y se disuelven identidades sociales mientras se refuerza el papel de los estados imperialistas como garantes de la expansión de los monopolios.

Hay un centro (imperialista) que subordina a las demás fuerzas y las hace operar en su beneficio, incluso cuando una de estas fuerzas subordinadas pretende dominar a otras.

Por supuesto que los pueblos pueden ejercer resistencia, y lo hacen. Eso es lo que intentan evitar y sino intervienen militarmente con cualquier excusa, o sin ella.

No nos enfrentamos al Poder (esa concepción abstracta, absoluta y sin historia). Nos enfrentamos a las potencias y los grupos económicos que dominan. Ellos detentan el poder.

Y frente a ello lo único posible es oponerle la voluntad nacional de un pueblo.

La contradicción principal a resolver es liberación o dependencia, que delimita los campos enfrentados a lo largo de la historia.

 

La antipatria y la hegemonía

 

Se está puede estar habilitando hegemonía de los sectores dominantes, en gran medida por no existir claramente un proyecto de nación, y que sea socialmente justa.

A esta realidad contribuyen diversos factores.

No es por la propuesta de la oligarquía y sus representantes políticos (la venta de la patria para el beneficio de unos pocos en detrimento de la mayoría), ya que esta es precisamente la que atenta contra los intereses populares.

Más bien habría que descubrir cuales son los lugares vacíos que les permiten ir generando esta hegemonía a partir de minar la conciencia nacional.

Teniendo en cuenta la contradicción principal en nuestro país acá tenemos que analizar cuales son los elementos que aportan a la liberación nacional y cuáles a la reproducción del régimen neo colonial.

El eje no puede pasar por escoger formas o contradicciones secundarias si no por evidenciar a que campo se aporta en la contradicción que pauta nuestra realidad, si a la liberación o a la dependencia.

Primero tenemos que señalar que los sectores dominantes lo son porque tienen conciencia de la situación y proyecto propio.

Mientras unos mantienen el debate únicamente en la coyuntura, como si fuera una foto, o sobre qué fuerza es la más idónea para representar políticamente al régimen, los grupos económicos ligados al mercado exterior, intervienen sobre lo más hondo de la conciencia generando condiciones de largo plazo para sostenerse en el poder.

Los valores cultivados durante años, la defensa de lo nacional, la comunión entre los humildes, el peso de estos sobre las capas medias para nacionalizar su pensamiento, la ruptura creciente con el régimen, la construcción de proyecto propio, en definitiva la conciencia nacional, es algo que el pueblo oriental fue poniendo en pie con los más altos sacrificios.

Hoy en día la apuesta de los sectores de la antipatria es quebrar con todo este acumulado.

Y a la vez fortalecer los instrumentos de dominación, aprovechando la confusión reinante.

Podríamos decir que han adecuado su proyecto de hegemonía social y cultural para sostener el saqueo. El papel creciente de la prensa monopólica es característico de este proceso, sin abandonar otros que, por el contrario, se refuerzan como el represivo, o el de la Universidad para moldear el pensamiento de las capas medias.

La acción sobre la conciencia del pueblo tiene dos vías principales: por intermedio de las capas medias intelectuales, para el pensamiento sistémico más complejo, y el más reaccionario transmitido directamente desde la prensa monopólica.

Los sectores más reaccionarios ganan espacio para una política de masas con el estandarte de la "seguridad".

Si bien es incipiente, la prensa de los monopolios es agitadora de movilizaciones y hasta de cortes de ruta, para pedir mayor represión.

Agita al pueblo para que pida represión a si mismo.

Así es que florecen los proyectos de bajar la edad de imputabilidad, de crear una "Guardia Nacional", una policía militar, de que intervengan los militares, o los mega operativos en los barrios periféricos.

Los mismos que hambrearon al pueblo y enajenaron los bienes del país no nos pueden hacer creer que ahora están preocupados por los problemas de violencia que sufren los vecinos de un barrio pobre.

Este proyecto hegemónico busca profundizar el saqueo, la rapiña, de los grupos económicos. Esto traerá aparejado nefastas consecuencias sociales.

Solo se podrá sostener con represión.

O sea, que hoy bajo el reclamo de "seguridad" se está montando el aparato represivo necesario para sostener el régimen neo colonial.

Será la seguridad de los monopolios y sus lacayos, mientras nosotros mantendremos la inseguridad del hambre, del frío, del desalojo, de la inestabilidad laboral, de las jubilaciones miserables.

Los responsables de la situación de nuestra patria, claramente identificados en tiempos de crisis, hoy quedan ocultos entre cifras de asaltos. Y sus representantes políticos más directos se ofertan como los salvadores.

Precisamente los que asaltan a nuestra patria, entregando el fruto de nuestro trabajo.

Pero insistimos, esto es posible porque hay lugares que han quedado vacíos.

Las capas medias intelectuales (por ser su conocimiento teórico la base de su sustento) tiene un "compromiso objetivo" con el régimen que la sostiene y ya no plantean cambios de fondo si no aspectos aislados vinculados a lo subjetivo.

La dirección política del movimiento popular era ejercida por esa capa que hoy en masa ocupa cargos en el gobierno o en proyectos del mismo.

Hoy el sistema se sostiene por la cohesión entre los sectores dominantes (oligarquía) y los representantes políticos.

Los sectores intelectuales sirven al saqueo o defienden sus intereses de privilegio abandonando los intereses nacionales y populares.

Esto es más exacerbado cuando buscan desesperadamente entrar en las ventajas del mundo para pocos dominado por los monopolios.

Mientras las capas medias vuelan en teorías importadas sin ningún arraigo (porque no responden a las necesidades nacionales) y pretenden transmitirlas al movimiento popular, se fortalece la hegemonía de las ideas dominantes.

Se está constituyendo un bloque histórico consolidado, donde, más allá de las diferentes formas, todo cierra dentro del régimen.

 

Deserción de las capas medias intelectuales

 

Eran otros los tiempos donde la fuerte presencia social de los humildes sacudía a los sectores intelectuales y los convocaba a sumarse a las fuerzas de cambio.

Hoy en día se da un fenómeno particular, aunque no es nuevo en sus características esenciales.

Nos referimos a una tendencia afianzada pero no exenta, por supuesto, de excepciones.

Junto con la presencia del Frente Amplio en el gobierno, aumentan sus posibilidades de acceso a cargos gubernamentales o a un sin fin de proyectos promovidos desde ahí.

Esto ha reforzado su idea de posibilidades resueltas dentro del sistema instituido y su "compromiso objetivo" con el mismo.

A partir de acá su mirada hacia la sociedad está condicionada por esto.

Al tiempo que va abandonando la preocupación por los cambios estructurales que necesitan el país y las mayorías, empieza a levantar otras banderas: diversidad sexual, legalización del aborto o la marihuana, por señalar algunos lugares comunes. Reivindicaciones que son levantadas como prioritarias por algunas fuerzas políticas del gobierno, las mismas que luego habilitan el saqueo de las corporaciones multinacionales y reproducen el sistema que acumula pobreza.

El propio régimen genera en estos sectores importantes defensores y promueve, difunde y agita aspiraciones asimilables por el mismo.

A la vez que jerarquiza aspiraciones identificadas culturalmente con los europeos desprecia la lucha de los humildes por darle solución a sus necesidades no resueltas, y se suma presurosa a la satanización mediática de los sindicatos.

Es muy difícil encontrar a alguien que milita por estas reivindicaciones apoyando un conflicto metalúrgico, por citar un ejemplo.

Estos sectores habitan un micromundo que frecuentan, tan aislado y cerrado en si mismo, pensando ser la mayoría de la sociedad, desconociendo la realidad de las mayorías, despreciándolas, cada vez en mayor medida.

Esto fortalece el clásico aislamiento del sector y el divorcio entre los intelectuales y el resto del pueblo y la nación.

Esta es una triste constatación para una mirada observadora y una preocupación para las aspiraciones de cambio pues es un elemento que ayuda a sostener a los grupos económicos dominantes.

Tal vez esta sea también una explicación de la quietud asombrosa del movimiento estudiantil durante tantos años.

Decíamos también distanciamiento de la nación. La esencia de la nación es el pueblo, con su historia, con sus contradicciones.

Entonces, el distanciamiento del pueblo incluye el distanciamiento de la nación, de su historia, de sus necesidades, de sus luchas.

Aspiran a construir una pequeña Europa en su micromundo, como los colonos europeos en sus colonias. Rechazan lo nacional a favor de un supuesto universalismo que en los hechos es la importación de lo nacional ajeno, en este caso de lo europeo.

Estos sectores, con sus expresiones sociales y políticas, sufren una dinámica intelectual de "desnacionalización" que no les permite comprender la realidad e intervenir adecuadamente en ella.

Con su individualismo y universalismo están cada vez más alejados de la realidad del pueblo que es nacional, y ligado a la tierra y a las tradiciones compartidas.

Ese espacio vacío lo llena la oligarquía con símbolos carentes de contenido, para consolidar lo opuesto: la antipatria.

Ya que desertan de las filas del pueblo, abandonando el lugar que ocupaban, dejan espacio para la acción ideológica de los sectores dominantes.

Muchas organizaciones que antes recogían las aspiraciones populares hoy no lo hacen. No se divisa que se haga desde el gobierno, como se esperaba. Ese lugar vacío es rápidamente ocupado por los sectores dominantes.

Pero no solo dejan de trabajar para el cambio, no solo dejan espacio de acción a los grupos en el poder. Con su inconsciente deseo de hegemonizar al pueblo que trabaja con sus manos (con el iluso deseo de ocupar en el conocimiento el lugar dominante que no puede ocupar en la economía) son utilizados por la oligarquía para imbuir al pueblo de su pensamiento adherido al régimen.

Vienen a plantear que tiene que mejorar sus vínculos, su actitud, su subjetividad, para lograr tener un lugar mejor en esta sociedad, pero sin cambiarla. Los que tienen que cambiar son los pobres, o sea que la culpa de la pobreza es de los pobres. Nada de romper la telaraña de la dependencia que atrapa a nuestra patria. Se detienen en las formas y abandonan el contenido.

Plantean aspectos aislados vinculados a lo subjetivo, como si lo subjetivo naciera de la nada y fuera posible modificarlo sin modificar las estructuras económicas, sociales y políticas.

Mientras idealizan el poder de los talleres, la dependencia, el hambre y la televisión hacen estragos en la conciencia nacional de nuestro pueblo.

Diseminados por diferentes ámbitos son intermediarios en el desarme ideológico.

Esta actitud responde a que sus ideas no están ligadas a un desarrollo económico local, sino que es un reflejo del desarrollo imperial que manda a la periferia sus corrientes ideológicas, sean neoliberales, posmodernas o autonomistas, con el propósito de debilitar la resistencia nacional.

 

Proyecto autónomo o nacional

 

Como parte de este contexto se ofertan al movimiento popular las concepciones autonomistas, aterrizadas desde Europa en la década de los '90.

Estas se caracterizan por colocar el centro en las reivindicaciones particulares y tratar de concentrar las aspiraciones allí. Cada uno autogestiona su proyecto social y en el caso de los más avanzados se práctica la solidaridad entre los distintos proyectos.

Aún así, para un pueblo sometido al dominio extranjero esto no es otra cosa que fragmentar la resistencia.

Una cosa es la construcción de base de un movimiento nacional que exprese al pueblo y otra es construir proyectos autónomos que en el mejor de los casos se solidarizan unos con otros.

Las capas medias imbuidas de liberalismo adoptan rápidamente las teorías a la moda y alientan en el pueblo los proyectos autónomos donde vivir el sueño del mundo ideal mientras las bases de la sociedad permanecen incambiadas.

Es entendible que este planteo gane espacio entre los que no perciben la necesidad de romper el régimen colonial para obtener su sustento.

Para el pueblo esto es lapidario, para la patria que agoniza, también.

Apuntar a la micro construcción es la contratara de la expansión imperialista. Mientras ellos se expanden nosotros vamos quedando relegados a los márgenes. Mientras se vende la patria nosotros nos dedicamos a la micro construcción "autónoma", mientras gestionan la entrega y el saqueo nosotros nos conformamos con la "autogestión" de la miseria.

De esta manera, al debilitar la resistencia, estos planteos no son proyectos autónomos, forman parte del sistema de dominación.

Esta concepción que encontró lugar en la debilidad popular de los '90, en el plano internacional ha retrocedido al fortalecerse la lucha nacional de muchos pueblos.

En nuestro país, sin embargo, frente a la confusión que genera el gobierno del FA, se multiplica entre quienes quieren aportar al cambio sin cuestionar al gobierno, entre los que confunden diagnóstico de la realidad con su reivindicación, o entre los que se benefician económicamente con el orden vigente pero aspiran a vivirlo mejor.

Es curioso que el presidente se diga promotor del "socialismo autogestionario" si las mayores riquezas del país están extranjerizadas.

Esto es más cercano a la idea de descomprimir la situación, desviando la presión que el pueblo pueda ejercer. No puede exigir, debe "autogestionar" lo que tiene, el lugar que le dejan los grupos económicos en este país para pocos.

Solo con un proyecto de nación podemos abrazar expectativas de ser dueños de nuestro propio destino.

Convocar a luchar por cosas aisladas, sin proyecto de nación socialmente justa, tampoco parece ser la mejor manera de revertir la hegemonía dominante. En lugar de ser un recurso para frenar el avance de los dominantes los fortalece ya que no presente un proyecto popular claramente identificable para los más. No enfatiza lo común si no lo particular. No supera la dispersión, ni fortalece la conciencia nacional, ni habilita la perspectiva de dar cauce a las mayorías en un esperanzador proyecto común.

 

Proyecto nacional y popular

 

Un proyecto propio, claramente identificable, tiene que crecer del pueblo, el de pata en suelo, el que suda trabajo, respondiendo a sus necesidades inmediatas e históricas. Ese proyecto debe nacer al calor de la resistencia al saqueo.

Pero tiene que ser nuestra preocupación pensar en términos nacionales. Organizar en la base y facilitar la síntesis. Apoyarse en las identidades colectivas de nuestro pueblo para facilitar el encuentro y la asimilación de intereses comunes entre los diversos sectores nacionales, del campo y la ciudad, de la fábrica y el surco. El artiguismo, como proyecto estratégico de nación no realizada, se nos ofrece en el camino de la historia para enfrentar el adverso presente, disputarle a la antipatria y proyectarnos victoriosos hacia el futuro.

Esta realidad no se revierte con el gradualismo autonomista si no con la construcción de un proyecto nacional común que agrupe a las mayorías. Esto se tiene que centrar en la lucha nacional de nuestro pueblo. Si no encaramos esto todo será un tanteo ciego. Si no nos paramos en la realidad de un país condenado por la dependencia y con una subjetividad construida en este contexto y estructura (caracterizada por una economía fuertemente extranjerizada), no estaremos atendiendo a las necesidades existentes ni habilitaremos un espacio donde el pueblo pueda construir un proyecto propio.

No podemos proyectar para siempre la búsqueda de soluciones parciales (por una situación de debilidad) manteniendo el sistema colonial que origina los problemas. Tenemos que construir un proyecto de nación, socialmente justa, claramente divisable por nuestro pueblo, un movimiento para alcanzar la liberación nacional, con una profunda base social donde el pueblo encuentre su lugar.

Para que nos permita encontrarnos en un proyecto común, que alimente la esperanza y fortalezca a los compatriotas que asumen un puesto de lucha en los rincones más variados del país.

El artiguismo, con su aliento victorioso, como proyecto que nos unifique y nos ubique en el curso histórico, que apunte a las necesidades y soluciones que la realidad de nuestra patria declama.

Un proyecto que vaya a la solución del problema principal, que logre la nación para que el pueblo sea dueño de su propio destino y logre la vida digna.

La liberación nacional es el punto neurálgico de nuestra patria, de los pueblos del sur y el cerrojo para abrir la puerta hacia un futuro para todos.

Ningún sector social aislado, por si solo, puede cumplir los objetivos comunes de la lucha por la liberación nacional. El aislamiento puede condenar a las fuerzas populares a un largo período de marginalidad.

Debemos lograr la organización del pueblo para fortalecer una voluntad nacional y popular capaz de enfrentarse con éxito al proyecto hegemónico de la oligarquía.

En la resistencia que podamos plantearle al saqueo de nuestra patria podrá ir naciendo la identidad común bajo la bandera del artiguismo. Unidas las fuerzas nacionales que operan positivamente en la resolución de la contradicción principal, los que van por la liberación frente a la dependencia. En la lucha de hoy podrá ir gestándose la patria libre de mañana.





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