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En Venezuela hemos tenido la desagradable oportunidad de presenciar, en asiento de primera fila, el fenómeno de la llamada "Democracia Totalitaria" , el cual fuera descrito por pensadores de la talla de Hayek y Talmon, pero que hasta la llegada del Socialismo del Siglo XXI, no se había mostrado por estas latitudes, con toda su crudeza en la realidad.
Muchos despistados cuando escuchan hablar del totalitarismo en Venezuela, exclaman: "Pero allá siempre están celebrando elecciones!". Esto es cierto, pero esos procesos electorales amañados y avalados por el colaboracionismo "opositor", es lo que permite a los autoritarios, mostrar al mundo una cara democrática, mientras suprime derechos fundamentales a los ciudadanos.
Las elecciones no son los elementos que definen si se vive o no dentro de un sistema democrático. Líderes de los regímenes totalitarios más sanguinarios como Hitler y Mussolini, ascendieron al poder por ese medio, pero luego sometieron a sus ciudadanos a férreas dictaduras e instauraron la figura del partido hegemónico para el control, regulación y conculcación de todas las libertades, haciendo del Estado y sus recursos un instrumento de sus proyectos políticos.
En Venezuela el poder judicial venezolano, ha sido virtualmente secuestrado por una mafia que pregona la construcción del Socialismo del Siglo XXI. Montesquieu debió revolcarse en su tumba ante las expresiones de la ex-presidente del Tribunal Supremo de justicia (TSJ) de ese país, Luisa Estela Morales quien abogó abiertamente, por reformar la Carta Magna para suprimir el principio de división de los Poderes Públicos, por considerar que el mismo “debilita al Estado”.
En los sistemas de democracia totalitaria, el término "pueblo" es abusado, usado y movilizado en acciones plebiscitarias, para perpetuar a la élite en el poder, aduciendo el interés colectivo. Ese dios "pueblo" ahora es manipulado desde los inconstitucionales Consejos Comunales y fascistas milicias bolivarianas coordinadas por las llamadas Regiones Estratégicas de Defensa Integral, que borrarán del mapa a los organismos tradicionales de la democracia, más cercanos a la gente como lo son las alcaldías y concejalías.
El interés supremo del "pueblo" y el "Bien Común" siempre son invocados, por los seudo demócratas para instaurar sus hegemonías, en todas y cada una de las actividades sociales. De esto no escapa nada. De hecho, invocando esos intereses difusos, se instauró en Venezuela la llamada hegemonía comunicacional, la cual secuestra el espectro radioeléctrico, suprime la prensa escrita y condiciona los contenidos audiovisuales, vulnerando los derechos de los individuos a la libre escogencia de los programas que los ciudadanos desean ver y oír.
Uno de los analistas políticos más avezados venezolanos, alguna vez dijo que algunos dirigentes necesitaban burdel político, debido a la falta de experimentación y excesiva inocencia para interactuar en las lides políticas de estos tiempos y para afrontar estos modelos engañosos y letales para la libertad.
Los políticos deben comenzar a llamar las cosas por su nombre. Sin dudas el Socialismo del Siglo XXI no es otra cosa, que la deformación aberrante de la democracia. Un esperpento engañoso, oxímoron trágico del tiempo en que se vive la política latinoamericana.
Esto es: La DEMOCRACIA TOTALITARIA!
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