jueves, 3 de marzo de 2011

Sobre el General Oscar Pereira...

"El traidor no es otra cosa que un déspota en apuros, que no puede hacer su voluntad, sino resignándose a desempeñar un papel secundario."

Víctor Hugo

Sr. Oscar Pereira

Otrora General del Ejército Oriental.

Con profundo pesar hemos leído su penoso descargo en el “semanario” caras y caretas de fecha 18 de febrero de 2011 referente a una foto obtenida durante una reunión en la Escuela de Armas y Servicios durante los tiempos en los cuales era comandada por el General Alberto Ballestrino, foto en la cual un grupo de oficiales y civiles ostentan una bandera del III Reich Alemán.

Usted aparece sonriendo, lejos de ser “sorprendido en su buena fe con tal gesto completamente ajeno a la motivación del agasajo a sus invitados” como cobardemente usted pretende ser excusado de su participación en esa reunión

Además de traidor Sr. Pereira, usted es un cínico y vamos a listarle las razones:

  • Usted parece no recordar que fue el jefe de cuerpo de la escuela militar durante la comandancia del General Ballestrino, en donde entre otras cosas se adoptó el “paso a compas” o “paso de ganso” para desfilar. Donde se dedicaron horas de la banda de músicos a diseñar un disco de vinilo que aun hoy circula entre la oficialidad, donde se congregaban todas las marchas militares conspicuas del nazismo entre otras locales.
  • ¿Debemos recordarle que “Baddenweiller” es la marcha preferida de Hitler?
  • ¿Verdad que así lo dice claramente el film “El triunfo de la Voluntad”?
  • Usted alguna vez vió ese film. ¿O necesita que le recordemos alguna de las veces? ¿Se acuerda de la materia “Ideología” en la escuela militar? Y del profesor de la misma?
  • Usted se desgarraba las vestiduras por ser el heredero de Aguerrondo y de Ballestrino (ambos confesos simpatizantes del nazismo), llegó usted incluso a ser el depositario de una de sus sagradas charreteras de general.
  • También fue depositario de otras pertenencias que cuando usted se plegó a apoyar al enemigo le fueron solicitadas por Ballestrino, pero Usted no tuvo la decencia de devolverlas. ¿No le da vergüenza ahora decir que nunca profesó la ideología y que nunca integró ningún grupo que la profese?
  • Lamentablemente para usted, existe en nuestras manos una foto de ese mismo día, en la cual, abrazado a esa vieja bandera, usted levanta el brazo derecho haciendo el saludo romano, o seamos claro, el saludo adoptado por el nazismo. No puede Usted en su inmensa cobardía hacerse el sorprendido y el burlado en su buena fe.
  • Sabe Pereira, todo su entorno sabía que iba a traicionar, y la primera señal de eso fue cuando debió asumir el comando de la Logia Militar y lo evitó. Y no lo evitó porque haya cambiado su ideología, lo evitó porque usted siempre fue un oportunista. Cuando era redituable ser la mano derecha de Ballestrino lo hizo, pero cuando debía asumir su responsabilidad de comandar la logia usted no lo hizo, porque pretendía ser Comandante en Jefe del Ejercito y sabía que de hacerlo el foro batllista se lo iba a impedir con más vehemencia de lo que posteriormente se lo impidió.

Es triste abandonar a un grupo tras servirse de él, pero más triste y penoso para alguien que ostentaba palmas de general es subestimar al enemigo. ¿Realmente pensó que por traicionar iba a recibir el apoyo del primer enemigo de su ex ideologia?

Sr.Pereira, su actitud es totalmente execrable, ha estado sirviendo al enemigo desde que le negaron la comandancia del ejército, ha estado vertiendo conceptos contrarios a las FFAA como la falacia globalizadora de crear una “Guardia Nacional”, ha colaborado con legisladores de dudosa moral y reputación, gente que solo vive de la muerte de su progenitor y de las proficuas líneas de cocaína que aspira a diario. ¿No le da vergüenza?

Sabe Pereira, esa bandera que ahora usted niega, seguía en la mesita de madera donde Ballestrino guardaba sus pertenencias hasta el día de su muerte.

La bandera servía de manto a una pistola Walther PPK que Ballestrino tenía pronta para combatir si un día venían a buscarlo por sus responsabilidades en la lucha antisubversiva. (Si Pereira, el mismo modelo de pistola con la cual Adolf Hitler se quitó la vida en el bunker rodeado por los rusos, usted sabe esa historia bien).

Usted en cambio, al verse rodeado se puso a colaborar con los rusos, y ha tenido la cobardía de escribir un patético libro en el cual juzga “a los violadores de DDHH”, colaborando con el enemigo.

Lamentablemente el enemigo parece desconocer que cuando se hicieron los enterramientos en el batallón de infantería N°14 usted era nada menos que el Segundo Jefe del Batallón! O sea que usted es responsable por cometer u omitir sus funciones, ya que o usted mismo violó los DDHH, o permitió que otros lo hicieran en su propia Unidad!

Sr.Pereira, hoy usted se arrodilla ante una lacra como Roger Rodriguez, (un infeliz que sirvió de informante al SID y ahora hace las veces de Paladín de los DDHH) para nada menos que negar al General Alberto Ballestrino.

Ciertamente hay algo que lo une a Usted con Roger Rodriguez, el oportunismo y la cobardía del traidor.

Pero ya que niega a Ballestrino le vamos a contar algo. El día que Ballestrino partió hacia el Walhalla todo el ejército lo despidió bajo el estruendo del cañón en el cementerio central. Frente a su última morada estaban abrazados su esposa, sus hijos, sus nietos y todos sus camaradas y amigos de todas las armas. Sobraban las manos para llevar su féretro y la alocución final, estuvo a cargo de los Generales Álvarez y Paulós. Parecía una broma del destino, ambos son masones, pero no lo es, porque hasta sus adversarios ideológicos fueron capaces de rendirle homenaje. Eso es grandeza Pereira, solo seguir en sus convicciones hasta el final se lo puede garantizar.

¿Ha pensado usted en su funeral Pereira? A veces cuando uno se pone viejo hay que empezar a hacerlo. Trate de no morir un día en que haya sesión parlamentaria, quizá no puedan estar sus nuevos amigos para acompañarlo.

Sr.Pereira la guerra es eterna, en Termopilas, en Canas, en Berlín, en Cerro Cora, en Caseros. Los bandos también, federales y unitarios, nazis y aliados, Roma y Cartago. No se puede pasar de un bando al otro sin el cartel de “Traidor”, no se puede negar lo que uno es sin llevarse sobre su cabeza el más execrable de los carteles que puede llevar un hombre.

Lleve usted el cartel de “TRAIDOR” contrastante sobre su calva cabeza, pero llévelo, no se arrepienta, uno puede dejar de ser nazi, ¡pero no puede dejar de ser traidor!


Acotación:

No sé quien me lo mandó, pero vale la pena leerlo, ya que es una gran verdad lo que dice.-

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