jueves, 8 de marzo de 2007

El terrorismo mató en 2002 a 600 personas...

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Una guerra sin fronteras ni reglas

El terrorismo mató en 2002 a 600 personas, se regenera constantemente, ocasiona pérdidas multimillonarias, actúa en cualquier parte y es absolutamente impredecible.

Muchos opinan que se trata de un fenómeno "nuevo", o al menos que el terrorismo adquirió "nuevas" particularidades tras el final la guerra fría. Otros sostienen que se trata de una revitalización del mismo fenómeno en tanto que el terrorismo, según el analista inglés Brian Jenkins , implica "un uso de la violencia o de la amenaza de la violencia a fin de inculcar miedo; se propone forzar o intimidar a gobiernos o a sociedades en la búsqueda de las metas que son generalmente políticas, religiosas o ideológicas".

Bruce Hoffman, experto en el tema y autor del libro "Cambio y continuidad del terrorismo" declaró al diario argentino "Clarín" en diciembre de 2001 que "el terrorismo que existió hasta la década del 90 era siempre identificable, con una organización o una entidad de existencia real. Ahora vemos una situación muy diferente en la que hay gente que trabaja free lance".

Otro especialista, el brasileño, José Arbex, escribe: "El terror no comenzó en el siglo pasado. Al contrario, tiene una larga historia. Basta recordar, en la era moderna, el régimen implantado en Francia por Robespierre, en 1793. O en su momento el asesinato del zar de Rusia Alejandro II, en 1881, por la organización "Voluntad del Pueblo".

El caso es que hoy por hoy, cuando se cumplen dos años de los ataques a Nueva York y Washington, el terrorismo es un tema urgente. Prácticamente no hay foro, convención, encuentro entre dirigentes de cualquier parte del mundo que no incluya en su temario una posición acerca de este punto.

Es que el terrorismo mató a 600 personas en el 2002 y en lo que va del 2003 las víctimas rozan las 400. Las pérdidas económicas han sido y son incalculables; sólo a raíz de los ataques del 11 de setiembre de 2001 fueron 20.000 millones de dólares los que se perdieron, según estimó El País de Madrid en aquel momento. El flujo turístico cayó a la mitad desde 2001 hasta la fecha y no hay indicios de recuperación. Todas las compañías áreas del mundo vieron resentidos sus ingresos y muchas cerraron definitivamente.

Por supuesto que la humanidad conoció guerras más costosas, en vidas y en bienes. Pero hay por lo menos dos diferencias claves: el terrorismo no tiene fronteras, hubo atentados desde Buenos Aires hasta Filipinas y además, no tiene reglas: es por definición imprevisible, no se sabe cómo atacará, cuándo o si respetará, como en general no lo hace, vidas civiles.

La guerra contra el Terror

"De Afganistán a Filipinas y más allá libraremos nuestra campaña contra los terroristas y sus aliados, donde se reúnan, organicen y actúen", dijo el presidente de EE.UU. George W. Bush en un mensaje a la población emitido a principios de setiembre.

Desde el inicio de la llamada "guerra contra el Terror", iniciada luego de los atentados del 11 de setiembre, EE.UU. se embarcó en dos guerras e incrementó a niveles históricos su presupuesto en defensa. De hecho, si continúa la tendencia, en 2004 gastará U$S 424.000 millones, lo que supone una cifra superior a lo gastado por el resto de los 191 países del mundo juntos en el rubro Defensa. Además, la inteligencia norteamericana aumentó en un 70% su cantidad de espías, según reveló el diario La Nación.

Los progresos de la "guerra contra el Terror", que tiene en EE.UU. su impulsor y protagonista y en su presidente Bush su cara más visible, son relativos. Por un lado, según estimó un funcionario de la Administración Bush a The New York Times el 18 de mayo de 2003, los miembros de la red terrorista Al-qaeda (principal enemigo de la campaña) eran 20.000 a finales de los 90' y ahora son 3.000. En la breve y eficaz campaña de las tropas norteamericanas en Afganistán, fueron destruidos los campos de entrenamiento de Al-qaeda y hasta hoy continúan apresados 660 sospechosos de terrorismo en la base de Guantánamo, Cuba.

No obstante y por otra parte, ni Osama Bin Laden, ni el mulah Omar -líder de los talibanes- han sido capturados. Y además, los atentados terroristas se siguieron sucediendo. En octubre de 2002, una bomba en una discoteca en Bali (Indonesia) mató a 187 personas en lo que fue el ataque más sangriento del año pasado. Días más tarde, un teatro en Moscú fue tomado por separatistas chechenos en un episodio que terminó con la muerte de 119 personas. En diciembre de 2002, una bomba explotó en Mombasa (Kenya) matando a 15 personas, en su mayoría judíos. En mayo de 2003, dos durísimos ataques sacudieron Riad y Casablanca (ciudades de Arabia Saudita y Marruecos) con apenas cuatro días de diferencia y mataron entre ambos a más de 80 personas. En agosto de 2003, tres atentados se sucedieron Irak, país controlado por la coalición anglo - estadounidense que derrocó al dictador Saddam Hussein. Con una diferencia de días, fueron atacadas la embajada de Jordania, la sede de la ONU en Bagdad y una mezquita al sur del país. Entre los tres atentados, las víctimas superaron las 130, entre ellos el enviado de la ONU a Irak, el brasileño Sergio Viera de Mello y uno de los líderes musulmanes chiítas más importantes del país a cuyo velatorio asistieron 300.000 personas.

Para todos estos ataques se maneja una hipótesis diferente a propósito de sus posibles responsables, pese a que cada día cobra más fuerza la tesis de que Al-qaeda, la red de Bin Laden, está detrás de los ataques, indirectamente al menos. Y en este tema, como escribe el analista argentino Oscar Raúl Cardoso, "la mera denuncia se ha vuelto la prueba en sí misma".

Otro frente de la "guerra contra el Terror" tiene que ver con anular las fuentes de financiamiento de las redes terroristas. Esta campaña resultó ser bastante exitosa puesto que el sistema financiero mundial congeló miles de cuentas de presuntos terroristas. De cualquier manera, un informe de la CIA reveló a principios de 2003 que el dinero del terrorismo proviene principalmente de dos actividades: el narcotráfico y la piratería.

Tipos de terrorismo

La "guerra contra el Terror" está dirigida a 33 organizaciones que el Departamento de Estado de EE.UU. ha listado a finales de 2001. Por ejemplo, allí figuran Al-qaeda, por supuesto, la organización separatista vasca española ETA, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el grupo extremista palestino Hamas: todas ellas son bien diferentes en cuanto a sus propósitos y sus métodos de ataque.

Los expertos reconocen por lo menos a cuatro tipos de terrorismo discriminados según su finalidad: el nacionalista, el ideológico, el religioso y el llamado terrorismo de Estado.

La ETA o el Ejército Republicano Irlandés (IRA) son movimientos que han buscado (y buscan) una independencia nacional, pese a que también ambos manejaron un discurso político emparentado ideológicamente con la izquierda. Sus objetivos son limitados; ninguno de ellos, por ejemplo, ha utilizado la estrategia del ataque suicida, método que le es propio únicamente a los movimientos de orientación islámica.

Las FARC, en Colombia, tienen más que nada una orientación ideológica. Nacieron en 1964 como uno de los tantos movimientos guerrilleros de la época y pese a que políticamente su discurso se ha erosionado "mantienen una línea de izquierda radical y aspiran al poder en Colombia", como aseguró el corresponsal de la agencia de Noticias France Presse, Jose Luis Varela.

El terrorismo de Estado se da cuando toda la maquinaria del Estado se vuelca a oprimir a sus ciudadanos en busca de obligarlos a un lineamiento ideológico y ético determinado. La Alemania de Adolf Hitler o la URSS de José Stalin deben ser los ejemplos más claros en ese sentido.

El terrorismo religioso, por último, emplea fundamentalmente una motivación religiosa. Es quizás el movimiento más global, puesto que estaría dispuesto a atacar en cualquier parte del mundo. La red terrorista de Osama Bin Laden, Al-qaeda es un claro ejemplo de este tipo de terrorismo. "Ante la campaña judeocristiana contra el mundo musulmán jamás vista, los musulmanes deben prepararse para rechazar al enemigo en las áreas militar, económica, misionera y en todas las otras", dijo en una grabación atribuida a él recientemente.

También podrían entrar en esta categoría de terrorismo religioso el grupo palestino Hamas o los movimientos separatistas en Chechenia, en Indonesia o en Filipinas. Sucede que es aquí donde la clasificación falla puesto que estos grupos también sostienen un interés nacional y/o ideológico.

Como dijo Magnus Ranstorp, experto en terrorismo de la universidad escocesa de St. Andrews, "una cosa es lidiar con el problema de los palestinos y otra bastante diferente es tratar con la presencia global de Al-qaeda". De hecho, la CIA reconoce que la organización terrorista de Bin Laden tiene (o ha tenido) vínculos en 45 países.

Incluso se sospecha de que la llamada Triple Frontera, donde confluyen los límites de Paraguay, Brasil y Argentina, existen alcancías en las casas de algunos ciudadanos árabes donde se deposita dinero que va a parar a las redes terroristas.

Es este tipo de terrorismo, de presencia global, el que ocasiona más miedo y al que la "guerra contra el Terror" ha enfrentado con más dedicación.

Año y medio después del atentado a las Torres Gemeras, el Comité de Lucha contra el Terrorismo de Naciones Unidas -creado no casualmente en octubre de 2001, un mes después del 11 de setiembre- publicó un informe que revela que en la actualidad Al-qaeda posee entre 800 y 1000 miembros que estarían dispuestos a perpetrar un ataque suicida.

Uno de los consultores de ONU para el informe, el francés Roland Jacquard, del Observatorio Internacional de Terrorismo de París declaró a la prensa: "Hoy, Al-qaeda se ha convertido en un grupo que ya no responde a una organización piramidal; su funcionamiento se basa en círculos concéntricos con cada capa actuando en forma independiente". Eso lo hace más imprevisibles, porque cada célula actúa de un modo que ni siquiera otra del mismo grupo conoce.

Hay que mencionar, además, que la red de Bin Laden posee estrechos vínculos de cooperación con otras, que tienen finalidades más puntuales.

Libertad y seguridad: un debate actual

La guerra contra el terrorismo provocó por su puerta trasera un debate que periodistas y juristas han protagonizado encendidamente: el límite entre la libertad y la seguridad.

Marco Gerardo Monroy Cabra, el presidente del Tribunal Constitucional de Colombia declaró a El País en agosto pasado: "Después del 11 de setiembre, es evidente que el terrorismo es la principal amenaza que enfrenta la humanidad. Esto trae muchas consecuencias, tanto para las relaciones entre los Estados como en cuanto a la relación entre las medidas que adoptan los estados para combatir el terrorismo y los derechos de las personas y el Derecho Internacional Humanitario. En ese sentido el gran debate en el mundo hoy en día es entre seguridad y libertad. Hasta donde se puede restringir en nombre de la seguridad las libertades de las personas".

Tras la toma de rehenes en Moscú, en octubre de 2002, el Parlamento ruso aprobó una serie de restricciones a la información que involucraba a la lucha antiterrorista. Antes, funcionarios de la administración Bush dijeron, explícitamente, que iban "mentir" si lo consideraban beneficioso para su campaña contra el terrorismo.

También la vida cotidiana de las personas se vio afectada. A EE.UU., por ejemplo, es imposible ir sin visa, ni siquiera si el pasajero está en tránsito. En Colombia, en los centros comerciales, los vehículos y las personas son sistemáticamente registradas antes de ingresar.

Como escribió Juan Luis Cebrián, en El País de Madrid en abril pasado, "nuestro mundo es más inseguro, menos predecible, menos sometido a derecho y más rendido ante el uso de la fuerza. Un mundo así será también menos democrático y, por ende, más injusto".


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