martes, 16 de noviembre de 2010

RE: RETORCER LA VERDAD O CÓMO LA REACCIÓN DEL TRUJILLISMO CONFUNDE A UNOS Y DESTAPA COMPLICIDADES EN OTROS, ENVÍA AQUILES JULIÁN, DESDE REP. DOMINICANA

Publicado

Date: Tue, 16 Nov 2010 09:21:31 -0400
Subject: RETORCER LA VERDAD O CÓMO LA REACCIÓN DEL TRUJILLISMO CONFUNDE A UNOS Y DESTAPA COMPLICIDADES EN OTROS, ENVÍA AQUILES JULIÁN, DESDE REP. DOMINICANA
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Retorcer la verdad o cómo la reacción del trujillismo confunde a unos y destapa complicidades de otros.

 

 

Por Aquiles Julián

 

"Aflora claramente la misión imposible de beatificar las acciones de un régimen diabólico y endiablar la lucha antitrujillista".

Fundación Héroes del 30 de Mayo

 

Soy amigo personal, toda una vida compartida en torno a la literatura, la decencia y la libertad, de Andrés L. Mateo y de Manuel Núñez. De ahí que una opinión que provenga de ellos para mí sea particularmente apreciada y querida. Tengo, al igual que ellos, particular cuidado en torno a los valores de la libertad y la democracia. Y especial sensibilidad ante las tendencias autoritarias y seudoprotectoras que asumen los burócratas y los demagogos, que se piensan autorizados a "protegernos", aunque en realidad lo que disfrutan y aspiran es a limitarnos, a constreñirnos.

 

Los derechos de libre expresión, asociación, discrepancia, crítica, disensión son caros para mí, tanto como para ellos. Por esos derechos los tres, al igual que muchos otros, desafiamos al Poder y pusimos en riesgo más de una vez nuestra integridad personal, en tiempos sombríos en que la intolerancia era cosa común. Sobre todo porque provenimos de modelos autoritarios en que el simple reclamo de tales derechos era penado y hostigado. Nacidos todos en la última etapa del trujillismo, padecimos las secuelas de aquel régimen inicuo y maligno, que deformó y corrompió profundamente a la sociedad dominicana.

 

Entiendo entonces la preocupación, sólo que es improcedente e infundada,  que les embarga en torno a la sentencia que evacuó la magistrada Katia Gómez Germán, jueza de la Quinta Sala de la Cámara Civil y Comercial del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional, en que niega el permiso a que se abra en nuestro país un local dedicado a promover y enaltecer al delincuente Rafael L. Trujillo, quien encabezó una asociación de malhechores que se impuso a sangre y fuego y nos desgobernó por los fúnebres 31 años de crímenes, expolio, exacciones y abusos que padecimos los dominicanos a cargo del cabecilla criminal y su pandilla. Simultáneamente, la sentencia condena la difusión de un libelo infame e infamante en que la hija del tirano se dedica a calumniar a héroes y víctimas de la tiranía, retorcer los hechos e inducir a error a lectores desprevenidos, limpiar al monstruo que la engendró de crímenes inmundos desviando las responsabilidades a terceros y maquillar una tiranía vil y sanguinaria.

 

Y es que ambos queridos amigos, alarmados por lo que juzgan a la ligera como  un acto de intolerancia, confunden un libro con un libelo y el derecho a expresarse con el derecho a calumniar y difamar, afectando la honra y el buen nombre de terceros sin aportar prueba alguna de la difamación, que fue lo que la jueza atinadamente condenó y enmendó, a raíz de una acción legítima de las fundaciones patrióticas en representación de las familias afectadas. Familias, por cierto, a las que tanto Andrés L. Mateo, Manuel Núñez como yo mismo y muchos otros, incluyendo al señor Virgilio Bello Rosa, debemos el haber puesto los muertos y la sangre que nos permitió expresarnos con cierto nivel de libertad. (Por cierto, el señor Bello Rosa fue alto funcionario judicial de la gestión de gobierno que levantó subrepticiamente y antipatrióticamente el impedimento de entrada al país a Angelita Trujillo y su familia, y que la agasajó con fiestas tocando temas trujillistas en la Base Aérea de San Isidro, acción ilegal y antinacional que no recordamos que pusiera en marcha la acción del Ministerio Público siendo el señor Bello Rosa flamante Procurador General de la República).

 

EL DELITO DE LIBELO

 

¿Qué pasa si aparece un libraco en que se emiten acusaciones infames, calumniosas e infundadas que afectan la honra y buen nombre de, digamos, Andrés L. Mateo o de Manuel Núñez? Quiero dejar constancia de que hablo, no de discrepancias, no de disensión, no de una visión o interpretación distinta, sino de que les endilguen crímenes no cometidos; peor aún, cometidos por otros y que se les quiera atribuir a ellos;  que se les intente abusivamente acusar de inconductas graves e infames? ¿Cómo reaccionarían? ¿Qué harían? ¿Juzgarían el hecho criminal un "debate de ideas"?

 

En el caso de las federaciones patrióticas y las familias de los héroes y mártires del 30 de Mayo hicieron lo que procede, lo correcto, lo legal, lo civilizado: iniciaron un recurso de amparo, una figura jurídica 100% legítima y procedente.

 

No hicieron justicia por sus propias manos. No se aparecieron en la librería "Luna" a destruir los ejemplares del libelo. No amenazaron. Simplemente, se ampararon en la ley y en los mecanismos que ella consagra a quienes se sienten vejados, perjudicados o afectados.

 

¿Es esa conducta correcta o incorrecta? El sentido común nos dice que es la apropiada. Podrían callar y dejar que el abuso se ejerza sin protestar. Mas sabemos que quien calla, otorga. O simplemente criticar al libelo, sin recurrir a la acción judicial. Eso generaría dudas: ¿si es mentira, por qué no demandan?

 

No tenemos en nuestro país tradición de acudir a la justicia a ventilar nuestros diferendos. O hacemos "justicia" por nuestras propias manos, o padecemos y simplemente dejamos que las cosas sucedan, pasivamente. Ambos extremos son incorrectos.

 

Ciertamente, la justicia dominicana tiene mucho que corregir, perfeccionar, enmendar y mejorar. En muchos aspectos, es la que heredamos de la tiranía y viene con sus lacras. Pero las leyes, normas y reglamentos son los acuerdos entre hombres libres que regulan y norman la convivencia y evitan que la misma se transforme en una selva en que nos destripemos como lobos.

 

La cultura, la civilización, es esa capacidad de someternos a normas y reglas que aceptamos de común acuerdo para poder convivir con ciertas garantías y seguridades. Lo otro es simplemente ley del más fuerte, guerras tribales, salvajismo. Eso era la tiranía de Trujillo.

 

 

 

¿NO HAY DIFERENCIAS ENTRE UN LIBRO Y UN LIBELO CALUMNIADOR?

 

Tanto Andrés L. Mateo como Manuel Núñez y yo somos amigos de la novelista y abogada Carmen Imbert Brugal, hija de Segundo Imbert Barrera, asesinado en la cárcel por orden de Pupo Román en los confusos momentos transcurridos luego del ajusticiamiento del tirano. Ahora, Angelita Trujillo quiere exculpar a Trujillo de responsabilidades  y cargarle el crimen de las Mirabal y su chofer, sin aportar prueba alguna, al padre de Carmen, entre otros. Y lo que dicen los deudos de las Mirabal, que nunca se prestarían a encubrir a los bestiales autores de aquella monstruosidad, es que fue un asesinato ordenado por Trujillo y ejecutado por sicarios del temible Servicio de Inteligencia Militar, SIM. Y lo menos es ser solidario con una colega del oficio literario.

 

Si mienten, difaman, injurian ¿qué deben hacer los agraviados? ¿Callar? ¿Agredir? ¡Deben recurrir a los mecanismos que el sistema judicial pone en sus manos para proteger su honra y castigar al impetrante! ¡Y eso, exactamente eso, lo procedente, lo correcto, lo apropiado, fue lo que hicieron las fundaciones patrióticas y las familias de los héroes, víctimas y mártires del trujillato!

 

La jueza, que evaluó la carencia de sustento de dichas acusaciones y, además, el hecho cierto de que el libro, la fundación y otras iniciativas puestas en marcha por el trujillismo violan las leyes dominicanas, dio ganancia de causa a las fundaciones patrióticas querellantes.  Esa sentencia, que enaltece a la justicia dominicana, es decorosa, digna, justa y patriótica. No se puede condenarla sin antes entenderla y sopesarla. Eso es ligereza, precipitación, impulsividad. Nada acorde a las personalidades y trayectorias de Andrés y Manuel. Es conveniente que revisen el caso y atemperen el juicio. Dejarse provocar no fue un acto juicioso.

 

Asistimos a un plan siniestro orquestado por ex –torturadores, ex –matones, ex –cortesanos y, peor todavía, por la inmundicia social que busca a toda costa participar en la reinstauración de la tiranía y aspira, ilusamente, a ser los próximos Anselmo Paulino y Johnny Abbes del régimen neotrujillista encabezado por (Luis José) Ramfis Domínguez Trujillo, un vividor que sueña con sorprender a los dominicanos pintándose taimadamente  de angelito, y congregar en torno a sí toda la putrefacción social posible para encaramarse en el poder, dar un golpe de estado desde la presidencia (nada difícil en un régimen presidencialista y sin real equilibrio de poderes, como el vigente),  y reiniciar la carrera de rapiña, despojo y crímenes del trujillismo. Ese plan deriva de una realidad: el dinero de la mamá, luego de 50 años de parasitar , hay que dividirlo entre seis y se acaba.  La hez social, a la cual  Juan Pablo Duarte denominó en su momento "bando parricida y traidor", los enemigos del país, de los ciudadanos, de la democracia y de los derechos y normas civilizadas, conspira contra nuestras libertades (precarias, limitadas, pero que nos han permitido respirar, construir una obra, disentir y crear) y atenta no sólo contra la patria, también contra nuestras familias, contra nuestros hijos y contra nuestras vidas.

 

La conspiración antinacional fue subrepticiamente orquestada. Y montada de forma artera. Y ha emergido. Los ciudadanos desconocen que hay toda una trama inmunda contra nuestras libertades. En la misma se involucraron periodistas, bloguistas, legisladores, antiguos testaferros, los serviles de siempre, "hacedores" de opinión pública y "constructores" de imagen; seudodirigentes políticos y toda la canalla que pudieron reunir alrededor del proyecto de legalizar un partido trujillista vía una seudo fundación "sin fines de lucro", pero con fines de destruir la precaria democracia que gozamos.

 

LA REACCIÓN DESAIRADA DEL TRUJILLISMO FRENTE AL FALLO

 

El fallo judicial, valiente, probo y digno de la jueza Katia Gómez Germán, que la enaltece y distingue, ajustado a la Ley 58-80 que prohíbe las actividades que promuevan el trujillismo, a la Ley de Difamación e Injuria y a los intereses nacionales, no sólo produjo una honda frustración en las huestes trujillistas, también una reacción de desinformar y cuestionar dicho fallo, engañando a la opinión pública al presentar una condena a la difamación como un atentado a la libertad de expresión. Y muchos han caído incautamente en la trampa.

 

Un libelo no es un libro, es un acto delictual, y como tal fue penalizado. Y el instrumento del crimen: el libelo, fue condenado. Se les dio la oportunidad de probar sus asertos y acusaciones ¡Y no pudieron! Mintieron, buscaron deformar los hechos, hicieron una y mil maromas pero al final la verdad se impuso: era un libelo calumniador, sin base alguna, y la pantalla del partido trujillista en ciernes: la supuesta "fundación", violaba una ley vigente: la Ley 58-80 que prohíbe la promoción del trujillismo.

 

Este no es el último round. Como uno de los activistas del bando parricida y traidor dijo: es una "lucha a largo plazo". Vienen otras iniciativas. Esta auténtica asociación de malhechores que encabezan Angelita Trujillo y Luis José Domínguez, un desertor, y que tiene como mascarón de proa al petimetre del ramficito de segunda mano que quieren encaramarnos encima para dar continuidad a la dinastía bastarda de los Trujillo, no va a cejar en su intento.

 

Y tristemente puede ser ayudada por las inconductas y desafueros de nuestras autoridades, cuyas intemperancias, ambiciones, prevaricaciones y violaciones de las normas, leyes y reglamentos, adobadas por un indisimulado menosprecio a los valores, principios y regulaciones de la democracia, sistema en que muchos funcionarios, adoradores de los modelos totalitarios,  no se sienten cómodos, inducen a muchos ciudadanos desprevenidos a desconfiar de los modos democráticos de convivencia y ser incautamente engañados por el trujillismo que vende el espejismo del "progreso y la tranquilidad en que se vivía cuando Trujillo reinaba".

 

Nuestra democracia es limitada, insuficiente, débil, precaria y más formal que real. Los modos antidemocráticos, totalitarios, autoritarios predominan en nuestra cultura. Y los partidos políticos existentes no han sido escuelas de democracia sino de chanchullos, ventajismo, clientelismo, apandillamiento, sumisión, rastrerismo y otras conductas lamentables. No es la democracia como modelo el problema, es nuestra falta de carácter como ciudadanos, la proclividad a sumarnos al coro en procura de ventajas y picoteos. Nuestra propensión a caer en connivencias y complicidades.

 

La repulsión que tales procedimientos crean le hace un flaco servicio a la democracia de la que se pintan. En realidad, nos falta mucho para instaurar un estado de derecho. Nuestra cultura de privilegios, maniobras, prevaricación e impunidad es el caldo de cultivo para que el trujillismo renazca. Ese rastrerismo de la politiquería dominicana es lo que nos debe asquear. Y ese rastrerismo es una secuela… ¡del trujillismo!

 

¿QUÉ ES UN MÉTODO TRUJILLISTA?

 

El senador por Elías Piña, Adriano Sánchez Roa, según aparece en el Listín Diario del sábado 13 de noviembre, Pág. 4 A,  declara que "Si criticamos los métodos trujillistas, no podemos nosotros entonces aplicar métodos trujillistas". Y estamos totalmente de acuerdo con él, sólo que él no especifica cuáles  son los métodos trujillistas. Y yo se los voy a mencionar.

 

El trujillismo se caracterizó por violar impunemente las normas legales y los derechos ciudadanos. Asesinó a mansalva, torturó, encarceló y despojó de manera cruenta y grosera a los dominicanos. Les calumnió e injurió en el Foro Público. Irrespetó los derechos ciudadanos y los derechos humanos. Fue un régimen criminal, violento e ilegal. Se impuso en base al terrorismo político en 1930 de manera ilegítima y se mantuvo en base al terrorismo y a todo tipo de atropellos, incluyendo crímenes, despojos, torturas y desapariciones, hasta que, ¡por fin!, luego de infructuosos esfuerzos por librarnos del criminal Chapita, iniciados desde los comienzos de la tiranía, un grupo de aguerridos valientes nos libró del tirano al ajusticiarlo el 30 de mayo del 1961.

 

Esos fueron sus métodos. El terrorismo político, la tortura, la violencia. ¿Se ejerció terrorismo contra Angelita Trujillo o su hijo? No ¿Se les torturó? No ¿Se les despojó, robó y oprimió? No ¿Se les injurió y calumnió? Tampoco.

 

Entonces, ¿cuáles métodos el senador Sánchez Roa tilda de "trujillistas"? Asómbrese: ¡el acudir a la ley! ¡El demandar amparo frente a la difamación! ¡El actuar acorde a lo que la Constitución y las leyes dominicanas garantizan a los ciudadanos dominicanos!

 

El libelo de Angelita Trujillo calumnia y despotrica contra honras, injuria gravemente a familias de héroes, víctimas y mártires de la tiranía, ofende a la conciencia patriótica dominicana al mentir de forma grosera, acusa sin presentar pruebas que avalen sus afirmaciones, buscando exculpar al monstruo que la engendró de los crímenes inmundos que se cometieron bajo sus órdenes. No sólo busca eximirlo de responsabilidades, quiere manchar con la sangre de las Mirabal, por ejemplo, ¡a los que nos libraron del torvo criminal que era su padre!

 

Es un objeto delictuoso, un libelo, una fuente de infamias, mentiras, calumnias y difamación, todo lo cual está penado en el Código Penal dominicano. Lo que hicieron las fundaciones patrióticas y las familias de los héroes, mártires y víctimas del trujillismo fue recurrir mediante un recurso de amparo para que se descontinúe un delito, obligando a los que están coaligados en ese propósito siniestro a parar de injuriar y difamar; es decir, de delinquir. Senador Sánchez Roa, si a una familia, persona o institución la calumnian e infaman ¿cuál es la acción correcta? ¿No es querellarse y recurrir a la justicia?

 

Como vemos, la expresión del senador Sánchez Roa es totalmente improcedente. No se emplearon métodos trujillistas. No se mandó a asesinar a nadie, como hacía Trujillo. Tampoco se mandó a darle a nadie una paliza ni a torturarlo, como también se hacía. No se afectó la propiedad privada mediante un acto de terrorismo, como Trujillo solía hacer. Tampoco se mandó una turba, como aquellas que fueron a las iglesias católicas en 1960, mandadas por Trujillo. Se recurrió a la ley. Se empleó el recurso que la Constitución y la legislación dominicana acuerdan a los ciudadanos que se sienten agraviados para proteger sus honras, bienes y su integridad. ¿Es eso "trujillismo"? ¿Son esos "métodos trujillistas"? ¿No son esas leyes las que usted aprueba y por las mismas que usted es senador, señor Sánchez Roa?

 

 

¿DESDE CUÁNDO APOYARSE EN LA LEY ES "ANTIDEMOCRÁTICO"?

 

Otro senador, esta vez el de la provincia Monseñor Nouel (Bonao), el señor Félix Nova, manifiesta, según la misma edición del Listín Diario, que "negar la venta del libro es un error y una medida "trujillista". Y los periodistas Ramón Urbáez y Wanda Méndez, que firman el reportaje, citan estas palabras del señor Nova: "Tú lo criticas, y ahora está haciendo lo mismo que hacía, eso es un error de esa jueza, en un país democrático que la gente lea lo que entienda".

 

De nuevo, ¿puede el señor Nova explicarnos si "en un país democrático" debe derogarse la ley que penaliza la difamación y la injuria, y permitir que cualquier infame atente contra la honra y el buen nombre de alguien haciendo acusaciones infundadas, difamando y mintiendo, sin aportar prueba alguna?

 

Note el señor Nova que aquí los libros de esbirros, testaferros y asesinos trujillistas han circulado sin ningún tipo de obstáculo. En las librerías han estado y están a la venta los libros de Víctor Alicinio Peña Rivera, el temible jefe del SIM en la Zona Norte, implicado en el crimen de las Mirabal (de lo que buscó exculparse, por cierto, en sus libros), del sicópata Johnny Abbes García, unas seudo memorias retorcidas que prosiguen, más allá de su vida, desinformando, deformando, engañando. También han estado las memorias de "Navajita", está ese "engendro" que es "Yo, Ramfis", un bodrio hijo de la búsqueda de autojustificación del desertor y criminal Luis José León Estévez, alias "Pechito", gigoló y participante en la masacre de la "Hacienda María" en que Ramfis y sus agüizotes asesinaron a un grupo de héroes del 30 de Mayo encarcelados, acción que el entonces presidente de la República, Joaquín Balaguer, se negó a prevenir y evitar, pese a haber sido alertado oportunamente sobre dicho plan, y cuya sangre le salpica y de cuyo crimen es corresponsable en tanto presidente en el momento,  y también porque fue informado del plan siniestro  y no procedió a frustrarlo como era su deber.

 

Así que el problema no es con el libelo,  sino con la difamación calumniosa sin aportar pruebas que respalden las acusaciones que contiene.

 

Recurrir a la ley, apoyarse en la ley, ampararse en la ley ¡es trujillismo, según el senador Nova! ¿Oh, y no es el senador Nova uno de los que "hacen las leyes"? Si hay una ley que penaliza la difamación y la injuria, ¿demandar que se aplique y se castigue el libelo y el pasquín injurioso es "hacer lo mismo que hacía" Trujillo? ¿Nos estamos volviendo locos? ¿Se pueden decir tantas sandeces y disparates sin pensar ni analizar lo que se dice, simplemente porque aquí se abre la boca y se desbarra sobre lo que sea, sin previamente sopesar con mesura lo que se emite?

 

El senador por Bahoruco, Manuel Paula, también incurre en el mismísimo error. Declara que "prohibir por sentencia la venta del libro no es una salida correcta, porque en un país democrático hay libertad de expresión". Y la pregunta que se cae de la mata es, ¿señor Paula, esa libertad de expresión implica libertad de difamación, de calumniar sin pruebas, de injuriar y afectar honras y nombradías?

 

Si el señor Paula se anima, que aclare que en nombre de la "libertad de expresión" se deben permitir todo tipo de acusaciones infundadas, todo tipo de injurias, todo tipo de calumnias. Como tanto el señor Paula, el señor Nova y el señor Sánchez Roa son senadores, ¿Por qué no proponen eliminar la ley que penaliza la difamación e injuria? Porque si esa ley existe y está vigente, recurrir a ella, ampararse en ella, es actuar según normas civilizadas, correctas y legales. Decir que quienes proceden de tal manera están actuando empleando "métodos trujillistas y antidemocráticos" no sólo desdice de sus inteligencias, capacidad de pensar y buen juicio, muestra un grado tal de torpeza, tal nivel de confusión mental y desorientación, una tal incompetencia que ahora sí, señores Sánchez Roa, Nova y Paula, hay que asustarse, porque la incapacidad de discernir, pensar con buen juicio y sopesar  indica que si ustedes son el tipo de senadores que tenemos, no nos queda más que orar porque el Señor nos proteja de ustedes.

 

¿DESDE CUÁNDO CALUMNIAR Y DIFAMAR ES "DEBATIR IDEAS"?

 

La penosa confusión en que caen personas que no paran a meditar las cosas antes de hablar también afectó al amigo Rafael Pérez Modesto, vicepresidente de la Comisión de Efemérides Patrias. Según el Listín Diario, Pérez Modesto "criticó la sentencia, y la consideró totalmente ajena al espíritu de apertura, democracia y debate de las ideas que promueve el gobierno civilista del presidente Leonel Fernández", porque ¿desde cuándo calumniar y difamar es "debatir ideas"?

 

Lo que la sentencia de la jueza Katia Gómez Germán penaliza y condena es la acción de calumniar, que está tipificada como delito y prohíbe que el instrumento de difamación: el libelo firmado (más que escrito), por Angelita Trujillo, cuyos talentos escriturales se derivan de aquellas obras "escritas" por la gran intelectual que fue María Martínez, como "Meditaciones morales" (y aquí el autor se cae al suelo riéndose a carcajadas), "pensadora profunda" (hay que leer los ditirambos que generaron sus "obras") si las hay.

 

Así que el amigo Rafael Pérez Modesto tiene que entender que erró el tiro. La difamación y la calumnia son delitos penados por la ley dominicana. En nada hay ideas allí sino bajeza, mentiras cobardes, insanía y maldad. Las aberraciones que allí se dicen contra héroes como Luis Amiama Tió, víctimas de la tiranía como Segundo Imbert Brugal y contra el mismísimo René Román Fernández, Pupo, derivando hacia ellos la responsabilidad de crímenes inmundos ordenados por su padre, el monstruo Rafael L. Trujillo, sicópata y pedófilo redomado, son delitos. ¡Delitos, amigo Pérez Modesto! ¿Deben los delitos ser asumidos como "debates de ideas"? ¿Calumniar es para usted debatir ideas? ¿Desde cuándo?

 

Y tenga en cuenta que si usted es vicepresidente de una Comisión de Efemérides Patrias y existe ese "gobierno civilista" al que usted elogia es porque unas familias, que no fueron ni la suya, ni la mía ni la del presidente Fernández ni las de la mayoría de los funcionarios del presente gobierno pusieron la sangre, los muertos, los torturados, para que hoy usted pueda ser funcionario y el señor Fernández ser presidente. Como todos somos beneficiarios de un acto, el ajusticiamiento del monstruo el 30 de mayo de 1961, que ni usted, ni yo ni el señor Fernández ni nuestros familiares realizaron, sino otros, que pusieron la sangre, los muertos y tuvieron que crecer sin padres, hermanos, tíos asesinados cruentamente por los Trujillo tras el ajusticiamiento, ¿no sería un acto mínimo de decoroso agradecimiento el apoyar que las calumnias, las injurias y la difamación contra estas familias sin pruebas, sólo por odio y deseo de confundir y engañar, sean prohibidas por delictuosas, a menos que se aporten documentos incuestionables que respalden las afirmaciones e imputaciones que alegremente se difunden en el libelo?

 

EL COLMO DEL DISPARATE

 

Ahora, el colmo del disparate fue el del señor Mariano Mella, quien preside la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, y que se destapa pidiendo la derogación de la Ley 58-80 que prohíbe las actividades que promuevan el trujillismo. Según reseña la periodista Wanda Méndez del Listín Diario, edición del lunes 15 de noviembre, Pág. 2 A, el señor Mella "consideró que esa ley que data del 1962, constituye un retroceso". Es decir, que el retroceso no es el trujillismo que según la legisladora Minou Tavárez está "vivito y coleando"; no, para el señor Mella el retroceso es la ley que nos protege de los sectores que activamente buscan organizarle un partido al heredero al trono, el parásito Ramfis Domínguez Trujillo que, por cierto, ¿de qué vive? ¿En dónde ha trabajado? ¿En qué se ha ganado la vida? ¿No habrá echado ese cuerpo manganzón que tiene de dineros robados al pueblo dominicano por su familia? ¿Ha pedido el señor Mella que ese dinero sea restituido a nuestro patrimonio?

 

Avergüenza que personas que debieran orientar a la sociedad sea focos de desorientación, confusión y maldición.

 

Asistimos a una trama orquestada para legalizar el trujillismo. Dentro de esa trama, en que participan ex –calieses, ex –torturadores, ex –asesinos, ex –lacayos y cortesanos de la Era criminal, amalgamados con lacras y personas de la peor catadura moral, vividores y oportunistas que sueñan que harían su agosto en una reinstalación de la tiranía, en una ignorancia de la suerte corrida por el pico de oro Rafael Estrella Ureña, al que Trujillo maltrató, encarceló, enjuició y vejó luego de que fuera quien le organizó la conspiración que llevó a Trujillo al poder; ese grupejo al que Juan Pablo Duarte denominó en su época el "bando parricida y traidor" busca organizar un partido trujillista, nucleado en torno al parásito hijo de Angelita, para destruir la escasa y precaria democracia, la limitada libertad que los dominicanos hemos disfrutado, gracias al sacrificio de los héroes del 30 de Mayo y de tantos que pagaron con sus vidas y con torturas la recuperación de las libertades públicas.

 

Pero ese trama en que hay funcionarios, legisladores, generales y ex-generales implicados, y que congrega toda la hez de nuestra sociedad para un fin inmundo y criminal: reinstalar una tiranía sanguinaria no es lo que llama la atención de ciertas personas; lo que les interesa es que la ley que limita y contiene al bando parricida y traidor se derogue. ¿Con quién estamos? ¿A quién le duele este país? ¿Quién se compadece de este infeliz pueblo que pagará con sangre, torturas, despojos, retroceso real y verdadero, violaciones, abusos, la conducta irresponsable de quienes se supone debieran alertarlo, orientarlo y defenderlo?

Hay demasiadas complicidades, demasiado apañamiento. Se peca por comisión, y también por omisión. Hay un destape trujillista interesante. Cada quien se quita la careta y se muestra impúdicamente. Hay que vivir para ver. Y habrá que adquirir toneladas de subsalicitato de bismuto, de antieméticos, para poder sobrellevar la náusea que ciertas inconductas, apandillamientos, cobardías y adscripciones van provocando en uno.

 

Véalo en mi blog: http://elblogdeaquilesjulian.blogspot.com/2010/11/la-reaccion-del-trujillismo-y-la.html

 

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