martes, 22 de septiembre de 2009

RE: Semanario Aristotelizar: Semana 150 (14 al 22/09/09)

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To: drgabrielmotta@hotmail.com
Subject: Semanario Aristotelizar: Semana 150 (14 al 22/09/09)
From: gobierno@aristotelizar.com
Date: Tue, 22 Sep 2009 18:18:35 -0300

Semanario Aristotelizar: Semana 150 (14 al 22/09/09)
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Semanario Aristotelizar
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Semana 150 (14 al 22/09/09)
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Septiembre 2009
 Editorial
 10 mejores noticias de la semana

Ley de medios

Atropello institucional

La media sanción del proyecto de ley de medios, que la mayoría de los diputados no tuvo oportunidad ni siquiera de ojear en su redacción final y que se votó en ausencia del grueso de la oposición, resulta de dudosa legalidad.
En una sesión que se pareció más a un mamarracho institucional que a un debate y una votación parlamentaria normales, con el grueso de los legisladores de la oposición ausente, la Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción al controvertido proyecto de ley de medios. Éste había sufrido un sinnúmero de modificaciones la medianoche anterior y, por lo tanto, la inmensa mayoría de los diputados no tuvieron la oportunidad de leer la propuesta final en profundidad, ni siquiera de echarle una ojeada.

"No consideramos que ésta sea una sesión válida", dijo Federico Pinedo, jefe del bloque de diputados de PRO-Capital Federal. El cordobés Oscar Aguad, titular de la bancada radical, agregó: "Por estas condiciones precarias, impugnamos el procedimiento que siguió el oficialismo para la sanción de esta ley". En términos semejantes se pronunciaron los bloques de la Coalición Cívica y 31 diputados del peronismo disidente.

Está en duda, pues, no sólo la legitimidad política sino también la legalidad y la constitucionalidad de esta media sanción legislativa, cuyo proyecto original fue cambiando con el correr de las semanas, los días y las horas –para sumar voluntades a favor– y que mereció fuertes objeciones también por sus contenidos y alcances, en la medida en que puede acarrear una inconmensurable intervención estatal en los medios de comunicación audiovisuales, con lo cual se violarán garantías constitucionales como la libertad de expresión y el derecho de propiedad.

Era un tema que merecía –y merece– un análisis en profundidad, con amplia participación de todos los sectores interesados y todos los bloques legislativos.

La relación entre los medios de comunicación de masas y la democracia es, desde hace décadas, un tema central de la sociedad moderna. La formación de grandes grupos multimediáticos y sus incidencias en la vida política, social y cultural son temas candentes de la modernidad, al igual que el intervencionismo estatal en los medios es una de las bases de las dictaduras y los totalitarismos.

Ningún sector político, económico o cultural del país se opuso a una revisión o actualización de la vieja ley de radiodifusión, que de todos modos ya había sido modificada en los hechos por el avance impetuoso de las nuevas tecnologías en comunicación, desde la televisión por cable hasta Internet. Hasta la prensa escrita, por su simbiosis con las ediciones on line, sufrió esas modificaciones, mientras las audiencias se fragmentan y reclaman más participación.

Si había que regular con nuevas normas esta realidad en constante cambio, había que hacerlo con responsabilidad, madurez y amplitud de criterio, para definir verdaderas políticas de Estado. El gobierno de Cristina Fernández optó por otro camino: el de forzar el tratamiento de un proyecto de ley que ni siquiera los diputados oficialistas tuvieron el tiempo de leer en su redacción final.

En la comentada sesión del miércoles pasado hubo diputados que formaron quórum y votaron, algunos a favor y otros en contra, que se preguntaron por qué no se dio a los legisladores una semana más de tiempo para estudiar con mayor detenimiento el proyecto, sobre todo las modificaciones introducidas a último momento.

Haciendo gala de un desenfadado estilo autoritario, el gobierno kirchnerista y la mayoría oficialista en Diputados, con la complicidad de algunas aisladas minorías, se negaron a prorrogar la sesión. Hubo opiniones en el sentido de que la reforma de la ley de radiodifusión, respecto de la cual no había urgencia alguna, debía ser tratada por el Congreso después del 10 de diciembre próximo, día en que asumen los diputados y senadores nacionales elegidos el 28 de junio pasado. Pero el kirchnerismo –que perdió en aquellas elecciones y que, por lo tanto, tendrá menos legisladores en el futuro Congreso– no quiso hacer la más mínima concesión.

Semejante desatino y atropello institucional hacen dudar de la legalidad y la constitucionalidad de esta sanción legislativa, que pasará sin pena ni gloria a la historia del parlamentarismo argentino.
Publicado en LA VOZ - Ver nota original

LEY DE MEDIOS: UNA REFLEXIÓN SOBRE LOS RECIENTES ACONTECIMIENTOS...

Por Gabriela Pousa (*)
Kirchner no necesitó siquiera sancionar completa la Ley de Medios para dejarme sin palabras. Su propia torpeza y soberbia alcanzan para impedir que salga una frase preclara, más aún un análisis de esto que pasa. Yo que nunca logro síntesis para mis letras, esta vez alcanzo el don gracias al intento por evitar que quede en blanco el renglón…
Pensé, primero, que estamos presenciando algo inédito, que el país jamás asistió a tamañana representación de irracionalidad y contubernio. Sin embargo nada es lo que parece, y la realidad trae a la memoria acontecimientos que tiran por la borda la idea de originalidad. Ni siquiera hay vestigios de astucia, mucho menos de creatividad.
Paradójicamente o no, el matrimonio presidencial que se jacta de ser especialista en los sucesos que jaquearon la Argentina allá por la década del 70', y cuyo conocimiento de la dictadura pareciera carecer de misterio se encamina, sin sutilezas, a un desenlace semejante.
Todos los titulares que aseguraban "estamos ganando" cuando en las Islas Malvinas la derrota era indescifrable no pudieron mantener a la Junta Militar en el poder. De nada sirvió la mordaza y la negación absurda de aquello que pasaba. Evidentemente, los medios no podían suplir una realidad que chorreaba sangre. No sirvió ni el papel prensa para secarla.
A su vez, los Kirchner que han hecho de los setenta una suerte de glorificación propia -pese a que su protagonismo durante la década se basó en la más ruín de las usuras-, parecen no haberse dado cuenta de cuán inútil es la censura. De otro modo, muchos de aquellos "idealistas" (valgan más que nunca las comillas) que clamaban "paz" a través de la guerra, no hubiesen podido estar sentados ayer en el recinto de la Cámara de Diputado. Desde allí demostraron cómo se reemplazan "ideales" por intereses sectoriales, económicos, y oportunismos desleznables.
Si la mordaza hubiera sido tan violenta y generalizada como algunos pretenden que se crea, el silencio habría sido el vencedor en el supuesto "debate" que terminó dando media sanción a un proyecto que terminará cayendo no por oposición sino por su propio peso.
Todo termina siendo como fue en realidad. Los espejos de colores y los revisionismos manoseados no pueden modificar demasiado, apenas si logran aturdir durante un rato.
En síntesis, puede decirse que esto también pasará. La diferencia con los setenta es que en esa época se vivía una guerra, mientras que ahora hay sólo un bando disparando para todos lados, y el final será un auto-aniquilamiento por alguna bala que rebote adentro…

(*) Lic. GABRIELA R. POUSA - Licenciada en Comunicación Social (Universidad del Salvador), Master en Economía y Ciencia Política (Eseade), es autora del libro "La Opinión Pública: un Nuevo factor de Poder". Se desempeña como analista de coyuntura independiente, no pertenece a ningún partido ni milita en movimiento político alguno. Crónica y Análisis publica esta nota por gentileza de la autora © www.perspectivaspoliticas.info
Publicado en Crónica y Análisis - Ver nota original
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 Nota Líder: Patrimonios abultados, corrupción, impunidad...
Diario de Ventas PYMES

Patrimonios abultados, corrupción, impunidad...

Existe un clima palpable de desaliento, cansancio, indiferencia, de la población en lo referente al enriquecimiento extraordinario de funcionarios públicos. Pasan los años en que se acumulan denuncias o se inician procesos que duermen en los tribunales; en otros casos esas causas son rápidamente archivadas cuando aluden a las personajes más encumbrados del poder político. El resultado es la sensación de que nada se puede hacer, que la impunidad protege al poder de turno.
domingo, 20 de septiembre de 2009
En este contexto de impunidad con respecto a los enriquecimientos sospechosos de los hombres del poder, resulta un pequeño aliciente (para los honestos) que hayan comenzado a "moverse" algunas causas viejas o que aparezcan otras nuevas, tales como la investigación al ex secretario de Transporte Ricardo Jaime, la investigación sobre el notable crecimiento del patrimonio de los Kirchner o el resonante caso de la denominada mafia de los medicamentos.

En el caso del primero sorprende el despliegue de recursos utilizados, desde aviones y yates a numerosas casas en barrios caros. Al parecer, durante el lustro que Jaime ocupó el cargo clave de secretario de Transporte de la Nación su patrimonio creció en forma inversa a la cantidad de obras, especialmente ferroviarias, anunciadas y no concretadas.

El caso que sorprende aún más es el del matrimonio Kirchner, ya que dedicados full time a la política desde hace décadas, simultáneamente han podido acumular el nada despreciable patrimonio de 46 millones de pesos. Mas aún, llama la atención que gran parte de ese patrimonio se acumuló durante la presidencia de ambos, y en el último año sobresale el notable aumento de 158%.

Resulta innecesario señalar que sería muy difícil encontrar a empresas con un resultado cercano al obtenido por ellos; y lo mismo ocurriría si se analizara el patrimonio de una gran cantidad de pequeñas y medianas empresas.

Más llamativo todavía es que estos incrementos de patrimonio constan en las declaraciones presentadas ante la Oficina Anticorrupción, que tendrá que determinar, junto con el juez que investiga, la legalidad de las mismas.

El caso de los medicamentos falsificados, adulterados, robados o vencidos es -por las consecuencias en la vida de los afectados- un problema de magnitud y trascendencia de extrema gravedad. Debe decirse que hace ya muchos años que en el país se sospecha de la circulación de medicamentos falsificados y robados.

Pero esta es la primera vez que la Justicia -al parecer- está llevando a cabo una investigación a fondo sobre este asunto, en el que en principio aparecen implicadas personas y entidades de renombre.

La vinculación de la denominada mafia de los medicamentos con el financiamiento de la campaña política de Kirchner y el triple crimen de General Rodríguez amerita ir a fondo en el esclarecimiento.

Pero los hechos de enriquecimiento poco explicable -por la magnitud y rapidez- de los amigos del poder son muchos. Algunos de ellos puede que reúnan los requisitos formales de legalidad, aunque todos los entendidos suponen, con lógica, que no son normales en la vida económica.

Un caso notable es el juego privatizado, sobre el cual se han acumulado cientos de notas en diarios y revistas acerca de un tema que siempre ha sido sospechado de su vinculación con la política, pero que ahora tiene una relación institucional con el Estado Nacional y con varias provincias.

Nada oculta ya la vinculación del mayor empresario del juego, Cristóbal López, con el matrimonio gobernante. En el caso de este personaje sus actividades económicas abarcan también otras vinculaciones con el Estado, como muchas concesiones petroleras.

Empresas constructoras de obras públicas, especialmente en el área energética, han pasado en pocos años de poco más que pymes a empresas gigantes. Los nombres de Lázaro Báez, Rudy Ulloa, Electroingeniería, entre otras, aparecen a diario en los medios como beneficiarias de contratos millonarios.

Una cuestión llamativa es que todas estas personas y empresas -mencionadas reiteradamente por su enriquecimiento fuera de lo común- rara vez se han tomado el trabajo de desmentir los cargos. Sin duda que ello es una muestra más de la impunidad de la que creen gozar.

Debemos recordar que el actual gobierno de los Kirchner se inició el 25 de mayo de 2003, es decir hace seis años largos. En ese lapso se ha constituido una verdadera oligarquía política y económica, que maneja a discreción el país y sus recursos. Pocas veces ha calzado con tanta justeza el concepto de oligarquía entendida como unos pocos muy ricos y con todo el poder político, aunque se respete la formalidad democrática.

Si bien en todos sus discursos los Kirchner critican al "poder concentrado", la realidad es que nunca nadie ha concentrado tanto poder económico y político como ellos y su pequeño círculo oligárquico. Ni hablar de otras hipocresías, como el alegato a la redistribución del ingreso cuando los gobernantes ostentan tal nivel de riqueza.

Ojalá que esta vez la Justicia puede ir a fondo en el tema de la corrupción. El país reclama a gritos contra este vicio enquistado en nuestra sociedad.
Publicado en Diario Los Andes - Ver nota original
Publicado en Sin mordaza
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 Megapensamiento: Una historia sin rating
Ideas semilla-fuerza
Este espacio es para difundir ideas o conjuntos de ideas que impulsen cambiar la realidad,  principalmente si esta no está caracterizada por la calidad institucional.
Es lo mínimo que podemos reclamar. Queremos ser bien gobernados. Y además invitamos a quienes crean que pueden aportar se sumen a este emprendimiento.

Federico Fiorentino
Una historia sin rating
Una vez, intentando escribir un cuento (que resultó bastante mediocre), imaginé y describí un mundo lleno de voces. En este lugar, que me resultó maravilloso desde el instante en que se me ocurrió, se cumplía con la premisa ineludible de alzar la voz del más pequeño, del más desprotegido. Eso permitía que todas las voces se equipararan y, por consecuencia lógica, también las ideas.

Allí, cualquier persona podía acceder a la red de medios, sin depender de su status social o nivel socioeconómico. Allí, primaba la comunicación por sobre la información. En ese mundo era más importante el debate que la primicia. Así todo resultaba más igualitario.

Recuerdo que en aquel fallido cuento yo era el protagonista: un joven estudiante de periodismo con ansias de trabajar en los medios; un joven que no necesitaba tener un amigo o un conocido en algún medio importante para trabajar. Recuerdo que, en la fantasía del cuento, al terminar la carrera de periodismo sólo tuve que demostrar que sabía escribir, sin necesidad de demostrar mi descontento con el Gobierno de turno hasta en una columna de deportes, o sin tener que hablar en contra de algo, sólo porque así se beneficiara la empresa dueña del medio).

En ese mundo no había intenciones político-partidarias en el periodismo. Allí los medios de comunicación no eran cómplices de golpes de Estado. En ese lugar no se armaban campañas para echar presidentes elegidos por el pueblo, porque el pueblo era dueño de los medios. Los diarios no le mentían a la gente para beneficiarse económicamente. Allí todo era distinto.

Quizás ahora entiendo por qué no resultó ser un buen cuento: en aquel mundo no había problemas; no había mafia mediática, ni enredos políticos; no había monopolios, ni malos de la película; allí todos podían alzar su voz; todos podían escucharlo todo, verlo todo; en ese mundo eran noticia las desventuras sociales, todas ellas, y no la última pelea de la vedette de turno. Qué cuento más aburrido que escribí; nada pasaba allí: todo era extremadamente pacífico, muy democrático. Un cuento que te podía dormir en la segunda línea, que no tendría rating si se hiciera una película para TV. Los cuentos necesitan de enredos, de cambios bruscos. Quizás por eso las historias de mafias son tan entretenidas. Mi cuento no tenía nada de eso… era quizás la historia más plana y monótona jamás escrita.

¡Uuufff! qué ganas de vivir esa historia; qué ganas de que todo sea un poquito más plano, más chato. Basta de lo vertical, que el poder se expanda horizontalmente de una vez. Basta de vaivenes sociopolíticos, basta de la mentira, basta de las mafias mediáticas, basta de todo eso: de que el cuarto poder domine a los otros tres.

Es hora de que sancionemos una nueva ley de servicios audiovisuales. Basta de monopolios. Aprovechemos que hay intención de debate (Ya se corrigieron los dos puntos que inquietaban a la oposición: se aclaró que no se renovarán cada dos años las licencias, sino que se las revisará en pro de la innovación tecnológica, sin posibilidad de cambiar de dueños; y también, hoy mismo, se anunció que se quitará del proyecto la posibilidad de que las telefónicas ingresen en el negocio de la televisión). Es hora de pensar hacia delante, sin olvidar el pasado.

Logremos que la historia de mi mal cuento se convierta en una buena realidad para la Argentina. Es posible que sea ahora o nunca; por primera vez en veintiséis años hay intención política de modificar la monopólica Ley de Radiodifusión. No dejemos pasar el momento, porque en diciembre puede ser muy tarde.

Lo malo de este debate es que los que creemos que la ley debe ser sancionada tenemos sólo el 27% de los medios para defender nuestras ideas, el otro 73% lo tienen las pocas, pero poderosas, empresas que serían perjudicadas (en pro del bien social) si se sancionara la ley, más allá que, según las encuestas oficiales y no oficiales, sostienen que casi el 60% de la población está a favor del cambio de ley.

¿Hay alguna duda de que la ley es necesaria?
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Federico Guido Fiorentino
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Equipo Aristotelizar2Esta edición ha sido preparada por:
Federico Baez, Federico Fiorentino y Florencia Fiorentino
Diseño:
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