Editorial
Javier García
La Patria no es blanca, ni colorada ni frentista ni independiente, la Patria es Oriental.
La voluntad del gobierno de Tabaré Vázquez de refundar una patria con color partidario es tan burda como inútil.
Pasará este período, del cual queda poco, y volveremos a reconocernos antes que nada como orientales. La intención de dividir a los uruguayos de acuerdo con lo que voten, se prolonga en actos de este gobierno que buscan refundar la Nación dejando "marcas" para la posteridad.
Es muy poco republicano creerse más importante que las instituciones democráticas. Y mucho peor es sentirse depositario de una nueva "identidad" nacional, como si existiera un antes y un después del gobierno frentista.
Desde el comienzo el Presidente mostró una voluntad refundadora y la intención de iniciar otra institucionalidad, diferente, no como patrimonio común sino con sello partidario. Como todo lo anterior era malo, según esta tesis, entonces hay que acabar con lo anterior.
Para ello se inició esta cruzada el 1º de marzo del 2005 a través del cambio del escudo patrio por un nuevo símbolo de la presidencia. El presidente, en un gesto fastuoso, tiene su propio sol. No quiso mezclarse con la balanza, el cerro, el caballo ni el buey de nuestro Escudo Nacional que resalta las virtudes y características comunes a esta tierra y a quienes la habitamos.
Siguió con las fechas patrias, que anuló en sus conmemoraciones por decreto, para crear su propia interpretación de las fechas comunes que señalan nuestro proceso libertador y recuerdan al prócer. Decretó que sólo se festejaría el 19 de junio, pero como "día del nunca más". Artigas, al cual ahora quiere mudar, no fue lo suficientemente importante para el gobierno como para recordarlo en su Natalicio, sino para redefinir su día y ajustarlo a la nomenclatura "progresista".
En simultáneo se procesó la nueva bibliografía curricular escribiendo la nueva historia, no la de todos, sino la que quiere el gobierno. La historia partidaria, la "reciente".
Y ahora, a punto de irse, Vázquez quiere dejar su sello póstumo, llevarse a Artigas abajo del brazo y ser recordado como el gran mudador.
El proyecto de ley que envió al parlamento para promover su traslado es una vergüenza. El único motivo expresado es que el decreto que ubicó los restos del prócer en el mausoleo tiene un carácter de perpetuidad que "no se considera conveniente". Estas cuatro palabras son la única explicación. Son catorce líneas de exposición de motivos, pero de ellas solo veinticuatro letras para fundamentar el atropello.
Se dice públicamente que es porque lo hizo la dictadura, y es verdad. Si eso sólo alcanzara entonces se debería prohibir encender las luces en las casas porque la mayoría de la energía viene de la represa de Salto Grande que también se hizo por los dictadores, o al llegar a Montevideo o salir de él circular por las calles laterales y evitar los accesos, por igual motivo. Es muy banal el argumento, y además si fuera así alguno debería devolver la plata que ganó sirviendo como profesional en cargos públicos en ese período. Ahora apareció un sarpullido que no se tenía cuando servían al déspota de turno.
¡Qué pequeñez usar a Artigas en campaña electoral!
Jorge Luis Borges afirmaba que "nadie es la patria, pero todos lo somos" como recordó, en estas horas, el conocido analista argentino Rosendo Fraga.
Artigas es el que nos une y no el que nos divide, por más que lo intenten estos pretendidos refundadores de la patria.
El País Digital
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