El caso que provocó la renuncia del presidente y la vicepresidenta de ANTEL trasciende la irregularidad de una persona contratada mediante una recomendación falsa. Al margen de que no haya existido el pedido de Jorge Vázquez, subsecretario de la Presidencia y hermano del presidente, lo ocurrido confirma la enquistada supervivencia del clientelismo en la administración pública, mal endémico de nuestro sistema y al que nunca han escapado los partidos que llegan al gobierno. Tiempo atrás era habitual la búsqueda de “la tarjeta del diputado” para tratar de lograr una beca de por vida como empleado público. Una de las banderas con que el Frente Amplio llegó al poder era erradicar esta práctica perniciosa, una de las causas de las debilidades en muchas áreas del funcionariado del Estado. Pero el caso revelado en ANTEL evidencia que el clientelismo sigue gozando de buena salud.
No es menor el hecho de que nadie confirmara si era real la supuesta llamada de Jorge Vázquez para que un ex policía fuera contratado como adscripto a la vicepresidencia del ente, que en esa época ocupaba Gonzalo Perera, procesado por simulación de delito. La más elemental prudencia aconsejaba constatar la veracidad de la llamada, para lo que hubiera bastado un contacto con el prosecretario de la Presidencia. Que no se haya hecho evidencia una flaqueza inexcusable en el manejo del tema.
Como cabeza del ente de las comunicaciones, Edgardo Carvalho asumió su responsabilidad al presentar la renuncia, admitiendo inclusive en una conferencia de prensa que haya existido ingenuidad al no haberse tomado la precaución de chequear la supuesta recomendación. El caso ha sido el segundo sacudón sufrido por ANTEL, pocos meses después del escándalo desatado por su vicepresidente cuando denunció ser víctima de un delito que nunca existió, todo ello en medio de circunstancias tan confusas como inexplicadas.
Pero lo realmente grave es que, aunque la recomendación de Jorge Vázquez hubiera existido, una persona haya sido contratada por ese motivo, sin ser sometida a las entrevistas y pruebas psicológicas y de idoneidad técnica que son de rigor para todo aspirante a ingresar a la administración pública cuando existen vacantes a llenar. Dos razones principales imponen que tanto el Frente Amplio como los demás partidos absorban y cumplan de una vez por todas la lección del caso en ANTEL.
Por un lado, es cada vez más notoria la necesidad de enmendar viejas ineficiencias anquilosadas en la estructura del Estado. Las claudicaciones, que tantas veces se han señalado en las empresas públicas, incluyeron en esta oportunidad desidia despreocupada en vez de sistemas efectivos de control y orden interno. Por otro, ha vuelto a quedar en evidencia la persistencia del clientelismo partidario al contratar directamente a un amigo supuestamente recomendado por un alto jerarca. Si esta doble falla no se corrige, el resultado será profundizar la desconfianza de tantos ciudadanos que miran de reojo el sistema político.
Edición Nro. 1569
Punta del Este
Uruguay
enfoques 4 de setiembre de 2009
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