¿Que hizo el Dr. Tabaré Vazquez entre los años 1972 a 1987?
Una reflexión madura sobre nuestro pasado reciente nunca será posible con explicaciones simplistas o relatos que demonizan y santifican a grandes trazos, como los que abundan en buena parte de la literatura política editada sobre aquellos años.
Quienes tratan de explicar el advenimiento del régimen militar como si relatara la imprevista llegada de una tormenta durante la noche calma, mienten de manera intencional.
Las leyendas maniqueas apenas bastan para bocetar la caricatura de una época compleja, plagada de matices y confusiones históricas.
En nombre de aquellas contradicciones bien difíciles de explicar podría señalarse el papel jugado en febrero de 1973 por el Partido Comunista del Uruguay (PCU) integrante entonces del Frente Amplio- dando apoyo explícito a los comunicados 4 y 7 de las Fuerzas Armadas, cuando fraguaban un golpe de estado que estaba anunciado iba a ser de tendencia anticomunista.
Podría también señalarse las ilusiones que alentaron entre los frenteamplistas de aquella época, dirigentes como Vivian Trías y algunos destacados teóricos del Partido Socialista del Uruguay (PSU)-entonces ya integrado al Frente Amplio- sobre que el golpe de estado iba a ser de tendencia socialista, cuando nadie ignoraba la orientación contraria a la izquierda que traía el régimen que advenía, explicada hasta el hartazgo en kilómetros de literatura elaborada para justificar la llegada del régimen militar.
La izquierda no sólo le debe al país una explicación del papel que jugó en la caída de las instituciones en la década del setenta, sino que se debe a sí misma una autocrítica.
Quizás, en tributo de esas contradicciones no resueltas sea que el Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayoría (EP-FA-NM) aún hoy apele a liderazgos de dirigentes contradictorios.
Eso fue el recientemente fallecido general Líber Seregni, quien antes de liderar al Frente Amplio en 1971, para la izquierda había sido un militar represor de bancarios y sindicalistas en Montevideo durante el gobierno de Jorge Pacheco Areco.
Como contradictorio también ha sido el actual presidente uruguayo y líder de la izquierda, el doctor Tabaré Vázquez, quien antes de conducir al Frente Amplio al finalizar la dictadura, había sido médico policial y posteriormente un alto jerarca de la salud pública del régimen militar de conductas confusas.
¿Cómo se explica que el liderazgo de la izquierda hoy esté en manos de un hombre que durante la dictadura ocupó un cargo que por razones políticas, estuvo vedado a tantos frentistas?
Ese pasado que Vázquez siempre ha ocultado en su biografía oficial, debiera ser objeto de estudio por parte de aquella izquierda puritana, que tantas veces ha denunciado a los civiles que colaboraron con la dictadura, como en cada 27 de junio recuerda un matutino frenteamplista editado en Montevideo.
Habrá quienes crean y con derecho- que ese pasado "colaboracionista" del doctor Tabaré Vázquez no lo separa demasiado de personajes como el doctor Juan Carlos Blanco, hoy descalificado por la izquierda debido a sus vinculaciones con el régimen militar.
Pero ese camino del ojo por ojo es una senda sin salida.
Por eso 31 años debieran ser suficientes para cerrar las viejas heridas y mirar al futuro con las cicatrices a la espalda.
Una reflexión madura sobre nuestro pasado reciente nunca será posible con explicaciones simplistas o relatos que demonizan y santifican a grandes trazos, como los que abundan en buena parte de la literatura política editada sobre aquellos años.
Quienes tratan de explicar el advenimiento del régimen militar como si relatara la imprevista llegada de una tormenta durante la noche calma, mienten de manera intencional.
Las leyendas maniqueas apenas bastan para bocetar la caricatura de una época compleja, plagada de matices y confusiones históricas.
En nombre de aquellas contradicciones bien difíciles de explicar podría señalarse el papel jugado en febrero de 1973 por el Partido Comunista del Uruguay (PCU) integrante entonces del Frente Amplio- dando apoyo explícito a los comunicados 4 y 7 de las Fuerzas Armadas, cuando fraguaban un golpe de estado que estaba anunciado iba a ser de tendencia anticomunista.
Podría también señalarse las ilusiones que alentaron entre los frenteamplistas de aquella época, dirigentes como Vivian Trías y algunos destacados teóricos del Partido Socialista del Uruguay (PSU)-entonces ya integrado al Frente Amplio- sobre que el golpe de estado iba a ser de tendencia socialista, cuando nadie ignoraba la orientación contraria a la izquierda que traía el régimen que advenía, explicada hasta el hartazgo en kilómetros de literatura elaborada para justificar la llegada del régimen militar.
La izquierda no sólo le debe al país una explicación del papel que jugó en la caída de las instituciones en la década del setenta, sino que se debe a sí misma una autocrítica.
Quizás, en tributo de esas contradicciones no resueltas sea que el Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayoría (EP-FA-NM) aún hoy apele a liderazgos de dirigentes contradictorios.
Eso fue el recientemente fallecido general Líber Seregni, quien antes de liderar al Frente Amplio en 1971, para la izquierda había sido un militar represor de bancarios y sindicalistas en Montevideo durante el gobierno de Jorge Pacheco Areco.
Como contradictorio también ha sido el actual presidente uruguayo y líder de la izquierda, el doctor Tabaré Vázquez, quien antes de conducir al Frente Amplio al finalizar la dictadura, había sido médico policial y posteriormente un alto jerarca de la salud pública del régimen militar de conductas confusas.
¿Cómo se explica que el liderazgo de la izquierda hoy esté en manos de un hombre que durante la dictadura ocupó un cargo que por razones políticas, estuvo vedado a tantos frentistas?
Ese pasado que Vázquez siempre ha ocultado en su biografía oficial, debiera ser objeto de estudio por parte de aquella izquierda puritana, que tantas veces ha denunciado a los civiles que colaboraron con la dictadura, como en cada 27 de junio recuerda un matutino frenteamplista editado en Montevideo.
Habrá quienes crean y con derecho- que ese pasado "colaboracionista" del doctor Tabaré Vázquez no lo separa demasiado de personajes como el doctor Juan Carlos Blanco, hoy descalificado por la izquierda debido a sus vinculaciones con el régimen militar.
Pero ese camino del ojo por ojo es una senda sin salida.
Por eso 31 años debieran ser suficientes para cerrar las viejas heridas y mirar al futuro con las cicatrices a la espalda.
La historia oculta del doctor Tabaré Vázquez
El compañero Categoría A
En la dictadura de 1973 los ciudadanos fueron calificados por el régimen militar en tres categorías A, B y C- de acuerdo a la confiabilidad ideológica de los catalogados.
La C era la categoría a la que pertenecían aquellos que habían sido "terroristas" o "subversivos", que habían integrado partidos de izquierda o tenido alguna participación en la militancia política revolucionaria.
Durante aquel gobierno, los ciudadanos "Categoría C" podían estar tras las rejas o, en su defecto, deambular libremente por las calles aunque bajo severas limitaciones.
Por ejemplo, quienes habían participado de algún secuestro realizado en nombre de una organización revolucionaria, sin duda pertenecían a la temida "Categoría C" que quitaba al ciudadano los derechos más elementales, desde ejercer la docencia a ocupar cualquier cargo público.
Algo más amable era la situación que vivieron los ciudadanos "Categoría B", quienes gozaban de una situación más benigna en materia de incomodidades.
En ocasiones, los parientes de personas "Categoría C" pero sin involucramientos en episodios políticos, eran calificados por el régimen militar como ciudadanos "Categoría B".
Esa era una especie de "purgatorio" que siempre dejaba una interrogante abierta sobre el comportamiento y la confiabilidad ideológica del involucrado, pero que al fin y al cabo resultaba en una situación infinitamente mejor a la anterior.
Por fin estaba la "Categoría A", otorgada a un abanico de personalidades que iban desde los amigos del régimen a los que no habían tenido participación política alguna.
Especial precaución tuvo el régimen en clasificar a los empleados públicos, todos los cuáles debían ser "Categoría A", en particular quienes ocuparan cargos de jerarquía.
Un hombre de confianza ideológica para el régimen militar
El despegue económico de Tabaré Vázquez
Para poder acceder a su cargo de profesor adjunto de Oncología en la Facultad de Medicina intervenida por los militares, Tabaré Vázquez obtuvo durante la dictadura una calificación que lo ubicaba como hombre de confianza ideológica del régimen militar: la "Categoría A". Fueron esas "amistades" la que le permitieron su despegue económico como empresario médico.
Primero fue la "Categoría A" y después Tabaré comenzó su carrera como jefe de un servicio técnico de Salud Pública en pleno gobierno militar.
Con ese galón sobre su conciencia, el doctor Tabaré Vázquez inició sus primeros negocios en el difícil -y caro- terreno del tratamiento radioterápico de la oncología.
Apogeo y caída
Entre 1976 y 1980 el gobierno militar vivió su apogeo político, con un progresivo endurecimiento ideológico.
En 1976 había emprendido la "Operación Morgan" contra el Partido Comunista debido a las armas que ese partido tenía ocultas desde mucho antes de la caída de la democracia, que fueron halladas por casualidad en múltiples escondrijos pertenecientes a la organización.
Nunca los comunistas explicarían al retornar la institucionalidad en 1985, por cuál razón mantenían en democracia tamaño arsenal, a pesar de que el ex secretario general del PCU, Jaime Pérez, admitiera en un libro-testimonio la existencia de ese ejército secreto.
Pero lo cierto es que a partir de 1976 la dictadura uruguaya sintió que mantenía a raya a sus enemigos internos.
Durante este período se alejaron de la administración todos los civiles que no fueran partidarios a ultranza de un régimen militar que endurecía sus posiciones ideológicas contra la izquierda.
Alentados por los éxitos de que hizo gala el general Pinochet en Chile, los militares uruguayos buscaron una salida política con una constitución a medida.
Fue así que plantearon la realización de un plebiscito constitucional que perdieron a finales de 1980.
Pero la derrota no diluyó un ápice la dureza ideológica del régimen.
En setiembre de 1981, luego de una controversial cúpula castrense, la Junta de Oficiales Generales resolvió elegir al teniente general Gregorio (Goyo) Álvarez como Presidente de la República en sustitución del doctor Aparicio Méndez (1), quien ejercía la primera magistratura desde 1976 cuando los militares desplazaron a Juan María Bordaberry.
Gregorio Álvarez se mantuvo al frente del gobierno hasta el 12 de febrero de 1985, cuando entregó la primera magistratura al entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia, doctor Rafael Addiego, encargado de completar la transición.
En acuerdo con los cuatro partidos, Addiego ejerció interinamente la primera magistratura para entregar el 15 de febrero la Legislatura a los representantes del pueblo y el 1º de marzo la primera magistratura a Julio María Sanguinetti.
Funcionario del régimen
Antes de la dictadura, el doctor Tabaré Vázquez Rosas había sido médico policial, antecedente muy relevante para un régimen militar que estaba cada vez más aislado y jaqueado por la oposición democrática, para admitirlo en un alto cargo jerárquico de Salud Pública.
Al fin y al cabo, había sido "un barra" y por ello era un individuo ideológicamente confiable, a pesar de que un hermano suyo estuviera preso por integrar una organización terrorista y haber secuestrado en 1972 a Sergio Molaguero.
No por nada Vázquez zafó misteriosamente de la molesta "Categoría B", y en cambio logró obtener sin inconveniente alguno la ansiada "Categoría A", que lo habilitaría a ejercer cargos públicos de relevancia.
Tabaré Vázquez accedió en 1980 a un cargo técnico en Salud Pública, cuando aún el régimen militar creía tener fuerzas suficientes para remar una salida a la medida de sus intereses corporativos.
Pero también aquella "Categoría A" lo habilitaba para desarrollar negocios en la orbita privada.
Así fue que en 1980 Tabaré Vázquez realizó gestiones ante el gobierno de Méndez para importar de Alemania un costoso equipamiento generador de microondas, exonerado de recargos, gravámenes e Impuesto al Valor Agregado (IVA).
El costo del equipamiento era importante, pero esperaba amortizarlo trabajando como proveedor de servicios de tecnología médica a diferentes mutualistas, las cuáles estaban entonces bajo estricto control del régimen militar a través de interventores o personas adictas.
La gestión resultó exitosa después de varios meses y en julio de 1981 el entonces presidente Méndez y el ministro de Salud Pública, Antonio Cañellas, rubricaron la resolución que otorgó el beneficio a Tabaré Vázquez para importar un radar médico Radiotherm 706, de marca Siemens.
Beneficiario del Goyo Álvarez
Al llegar el teniente general Gregorio Álvarez al poder, en setiembre de 1981, Vázquez era profesor adjunto de la Cátedra de Oncología y Jefe de Laboratorio de Radiobiología de la Facultad de Medicina intervenida.
Entonces procuró que su suerte no cambiara con el nuevo gobernante y así como hicieron muchos otros, le envió "un mensaje de salutación" al dictador, según puede verse en una nota publicado en el vespertino El Diario en su página editorial, el 3 de setiembre de 1981 bajo el título "Más felicitaciones al Presidente" (ver documento adjunto).
Tabaré Vázquez era, por entonces, apenas una luminaria ascendente en el firmamento del empresariado médico nacional.
Tal y como la izquierda frenteamplista siempre ha denunciado, en los días de la dictadura la prensa estaba controlada y amordazada por el gobierno militar, y en las páginas de los diarios sólo se publicaba lo que el régimen admitía.
¿Y cuál fue el secreto mecenazgo que le permitió a aquel médico desconocido que era Tabaré Vázquez al comienzo de los ochenta, ser reiteradamente mencionado en amplias notas de prensa?
En un extenso informe sobre los avances médicos publicado el 28 de febrero de 1982 en el suplemento dominical del diario El País, el periodista incluye una entrevista a quien hoy es el presidente uruguayo.
"El doctor Tabaré Vázquez (es) oncólogo, desempeña varios cargos en instituciones del Estado y es director del Consultorio Oncológico Hipertermia y Rehabilitación", indicó el periodista al comienzo de su investigación.
Las entrevistas y los reportajes se sucedieron, y la celebridad que ello le reportó, le facilitó las cosas.
Un ejemplo de ello fue la beca que le facilitó el "Goyo" Álvarez.
El 5 de octubre de 1982 el dictador Gregorio Álvarez designó a Tabaré Vázquez como representante uruguayo para realizar un curso de investigación cancerológica en Israel, entre el 10 y el 21 de ese mismo mes.
Según la crónica aparecida en el diario La Mañana el 6 de octubre de 1982, "al darse a conocer ayer la citada resolución, se especificó el interés del gobierno por la investigación cancerológica, ya que las neoplasias ocupan el primer nivel de mortalidad en el Uruguay".
Tabaré Vázquez entonces permaneció varias semanas fuera del país y a su regreso comenzó a planificar una mejora de su negocio oncológico particular, procurando cambiar el equipamiento de hipertermia que había incorporado en 1980 por uno más moderno.
Para entonces, su clínica trabajaba en el rubro de diagnóstico y tratamiento oncológico radioterápico para viarias mutualistas, atendida por su socio, el doctor Álvaro Luongo.
Entonces Tabaré Vázquez inició el 22 de abril de 1983 gestiones ante el entonces ministro de Salud Pública del régimen, contador Luis Givogre, para solicitarle la autorización correspondiente para importar un nuevo equipo de hipertermia.
De ese modo fue que nuestro personaje comenzó a expandir su negocio de tratamiento oncológico y construyó la base de la actual fortuna personal.
Colofón
Hoy el doctor Tabaré Vázquez, además de presidente, es empresario médico con varias clínicas en funcionamiento, pasadas a nombre de su hijo, para evitar suspicacias.
Pocos saben lo que comenzó en 1980.
Durante años, los fundamentalistas de la izquierda desataron una feroz caza de brujas procurando denunciar como enemigos a los "contaminados" con el viejo régimen militar.
Tuvieron éxito con muchos casos, pero olvidaron algunos nombres.
No se dieron cuenta que el enemigo y los "contaminados" también duermen en su misma cama.
1. Cuando se refería a él, Wilson lo nombraba simplemente como Méndez, ya que decía que no se merecía el nombre de Aparicio.
2. El doctor Álvaro Luongo años más tarde fue acusado por el sindicato de la salud privada, como el responsable del cierre de la mutualista Uruguay-España.
---------------------------------------
No por nada Vázquez zafó misteriosamente de la molesta "Categoría B", y en cambio logró obtener sin inconveniente alguno la ansiada "Categoría A", que lo habilitaría a ejercer cargos públicos de relevancia.
Tabaré Vázquez accedió en 1980 a un cargo técnico en Salud Pública, cuando aún el régimen militar creía tener fuerzas suficientes para remar una salida a la medida de sus intereses corporativos.
Pero también aquella "Categoría A" lo habilitaba para desarrollar negocios en la orbita privada.
Así fue que en 1980 Tabaré Vázquez realizó gestiones ante el gobierno de Méndez para importar de Alemania un costoso equipamiento generador de microondas, exonerado de recargos, gravámenes e Impuesto al Valor Agregado (IVA).
El costo del equipamiento era importante, pero esperaba amortizarlo trabajando como proveedor de servicios de tecnología médica a diferentes mutualistas, las cuáles estaban entonces bajo estricto control del régimen militar a través de interventores o personas adictas.
La gestión resultó exitosa después de varios meses y en julio de 1981 el entonces presidente Méndez y el ministro de Salud Pública, Antonio Cañellas, rubricaron la resolución que otorgó el beneficio a Tabaré Vázquez para importar un radar médico Radiotherm 706, de marca Siemens.
Beneficiario del Goyo Álvarez
Al llegar el teniente general Gregorio Álvarez al poder, en setiembre de 1981, Vázquez era profesor adjunto de la Cátedra de Oncología y Jefe de Laboratorio de Radiobiología de la Facultad de Medicina intervenida.
Entonces procuró que su suerte no cambiara con el nuevo gobernante y así como hicieron muchos otros, le envió "un mensaje de salutación" al dictador, según puede verse en una nota publicado en el vespertino El Diario en su página editorial, el 3 de setiembre de 1981 bajo el título "Más felicitaciones al Presidente" (ver documento adjunto).
Tabaré Vázquez era, por entonces, apenas una luminaria ascendente en el firmamento del empresariado médico nacional.
Tal y como la izquierda frenteamplista siempre ha denunciado, en los días de la dictadura la prensa estaba controlada y amordazada por el gobierno militar, y en las páginas de los diarios sólo se publicaba lo que el régimen admitía.
¿Y cuál fue el secreto mecenazgo que le permitió a aquel médico desconocido que era Tabaré Vázquez al comienzo de los ochenta, ser reiteradamente mencionado en amplias notas de prensa?
En un extenso informe sobre los avances médicos publicado el 28 de febrero de 1982 en el suplemento dominical del diario El País, el periodista incluye una entrevista a quien hoy es el presidente uruguayo.
"El doctor Tabaré Vázquez (es) oncólogo, desempeña varios cargos en instituciones del Estado y es director del Consultorio Oncológico Hipertermia y Rehabilitación", indicó el periodista al comienzo de su investigación.
Las entrevistas y los reportajes se sucedieron, y la celebridad que ello le reportó, le facilitó las cosas.
Un ejemplo de ello fue la beca que le facilitó el "Goyo" Álvarez.
El 5 de octubre de 1982 el dictador Gregorio Álvarez designó a Tabaré Vázquez como representante uruguayo para realizar un curso de investigación cancerológica en Israel, entre el 10 y el 21 de ese mismo mes.
Según la crónica aparecida en el diario La Mañana el 6 de octubre de 1982, "al darse a conocer ayer la citada resolución, se especificó el interés del gobierno por la investigación cancerológica, ya que las neoplasias ocupan el primer nivel de mortalidad en el Uruguay".
Tabaré Vázquez entonces permaneció varias semanas fuera del país y a su regreso comenzó a planificar una mejora de su negocio oncológico particular, procurando cambiar el equipamiento de hipertermia que había incorporado en 1980 por uno más moderno.
Para entonces, su clínica trabajaba en el rubro de diagnóstico y tratamiento oncológico radioterápico para viarias mutualistas, atendida por su socio, el doctor Álvaro Luongo.
Entonces Tabaré Vázquez inició el 22 de abril de 1983 gestiones ante el entonces ministro de Salud Pública del régimen, contador Luis Givogre, para solicitarle la autorización correspondiente para importar un nuevo equipo de hipertermia.
De ese modo fue que nuestro personaje comenzó a expandir su negocio de tratamiento oncológico y construyó la base de la actual fortuna personal.
Colofón
Hoy el doctor Tabaré Vázquez, además de presidente, es empresario médico con varias clínicas en funcionamiento, pasadas a nombre de su hijo, para evitar suspicacias.
Pocos saben lo que comenzó en 1980.
Durante años, los fundamentalistas de la izquierda desataron una feroz caza de brujas procurando denunciar como enemigos a los "contaminados" con el viejo régimen militar.
Tuvieron éxito con muchos casos, pero olvidaron algunos nombres.
No se dieron cuenta que el enemigo y los "contaminados" también duermen en su misma cama.
1. Cuando se refería a él, Wilson lo nombraba simplemente como Méndez, ya que decía que no se merecía el nombre de Aparicio.
2. El doctor Álvaro Luongo años más tarde fue acusado por el sindicato de la salud privada, como el responsable del cierre de la mutualista Uruguay-España.
--------------------------
El becario del Goyo
En octubre de 1982 el doctor Tabaré Vázquez viajó a Israel becado por el gobierno uruguayo que entonces presidía el teniente general Gregorio Álvarez, a conocer las últimas técnicas en oncología que enseñaba el Instituto Weizman, de Tel Aviv.
En aquellos años Vázquez tenía una generosa cabellera, tal como muestra una foto publicada el 6 de octubre de 1982 el diario La Mañana.
Tabaré Vázquez era además una figura relevante del esquema docente de la Universidad estatal, entonces intervenida por los militares desde el año 1973.
----------------
¿Vázquez ministro del Goyo?
El periodista Álvaro Alfonso señaló en su columna de "El Juglar", publicada en el diario Ultimas Noticias el 28 de junio de 2003, que Tabaré Vázquez se ausentó del país en ocasión de conmemorarse el 30 aniversario del golpe -el 27 de junio de 2003- porque tuvo vinculaciones directas, muy directas con los militares.
En un pasaje de su habitual columna, "El Juglar" señaló que Vázquez "incluso pudo ser ministro" de Salud Pública durante el gobierno del teniente general Gregorio Álvarez.
"Lo que escucha" escribió "El Juglar"- (Vázquez) tenía intenciones de ser ministro (de Salud Pública del Goyo) pero no cuajó", comentó el personaje en un enigmático pasaje.
El lunes 7 de julio de ese mismo año, "El Juglar" volvió a la carga en su sección habitual, dando algunos detalles más de esta sorprendente revelación.
Para este periodista, esa connivencia con el régimen de 1973 es lo que explica que Vázquez estuviera fuera del país para el día 27 de junio y en el Parlamento dejara en su lugar al senador Rodolfo Nin Novoa, que por añadidura entonces no estaba en el Frente Amplio.
-----------------------
La familia es sagrada o el hermano terrorista de Vázquez
La Organización Popular Revolucionaria 33 Orientales, abreviada en la sigla OPR-33, surgió de una escisión producida antes entre anarquistas debido a la influencia de un puñado de militantes de origen marxista.
La OPR-33 nació en una fecha poco precisa sobre fines de la década del sesenta, como el brazo militar de una organización política de izquierda llamada Resistencia Obrero Estudiantil, conocida por la sigla ROE, nacida años antes de una escisión de la Federación Anarquista del Uruguay (FAU).
Los primeros esbozos de anarquismo en Uruguay comenzaron en el siglo XIX, con la formación de los primeros sindicatos y la creación en 1885 de la Federación de Trabajadores del Uruguay, una modesta central obrera cuya principal actividad consistió en formar sindicatos a los que llamaron "sociedades de resistencia".
En 1905 los anarquistas criollos conformaron al Federación Obrera Regional Uruguay (Foru) y desde allí confrontaron con otros sectores de izquierda agrupados en el centro socialista Carlos Marx, que sería el embrión del comunismo criollo.
Esto dio lugar a una larga polémica que terminó por formalizar en 1929 tres centrales obreras: la Central General de Trabajadores del Uruguay (Cgtu), de orientación comunista, la Foru, de orientación anarquista, y la Unión Sindical Uruguaya ?escindida de la Foru- de tendencia anarco-sindicalista.
En diciembre de 1956 se realizó el Congreso Fundacional de la Federación Anarquista del Uruguay en un local conocido como Ateneo Cerro Teja, de lo que surgieron organizaciones autogestionarias como la "Comunidad del Sur", un círculo utópico donde no existía la autoridad ni la propiedad, y que tendría mucho que ver con el posterior nacimiento de la OPR-33.
En 1962 se atribuyó a la FAU un atentado perpetrado en Montevideo contra la embajada de España, como repudio por la muerte de dos anarquistas ejecutados durante el régimen de Francisco Franco.
Hacia los años sesenta y llegado Fidel Castro a La Habana, las diversas alas de la FAU se enfrascaron en un debate sobre la violencia como factor de cambio político y el respaldo a la revolución cubana.
El sector mayoritario resolvió desechar el respaldo a Fidel, pero una de las bandas más radicales lideradas por Gerardo Gatti y Juan Carlos Mechoso, resolvió su apoyo crítico a la revolución cubana y declaró la necesidad de utilizar estructuras de violencia para derrocar al odiado sistema capitalista que reinaba en Uruguay.
Se desarrolló entonces una política de alianzas con otros grupos revolucionarios, y hacia 1963 estos sectores conformaron "la Coordinadora", una estructura en la que convivieron con grupúsculos de origen comunista como el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), el Movimiento de Apoyo Campesino, escindido del MRO y un grupúsculo aún sin nombre, liderado por Marenales Sáenz y Manera Lluveras, originarios del socialismo.
El común denominador de todos estos grupos era su respaldo a la lucha armada, y para ello iniciaron modestas actividades para crear el clima revolucionario necesario, robando alimentos que luego eran repartidos en zonas marginales y realizando atentados contra multinacionales como la Coca Cola, la ITT y la Bayer.
En 1964, la FAU consiguió controlar dos sindicatos que fueron clave en esta historia, el de Funsa (Fábrica Uruguaya de Neumáticos) bajo la batuta de León Duarte, y el de Artes Gráficas bajo el mando de Gerardo Gatti.
En 1966 "la coordinadora" realizó el asalto a la armería El Gaucho, pero de allí surgieron profundas divisiones ideológicas que terminó en una escisión entre quienes formarían el MLN-Tupamaros, por un lado, y los marxistas del MIR y los anarquistas de la FAU por el otro.
Con esa movida a cuestas, los anarquistas evaluaron la posibilidad de crear el embrión de aparato armado, y así la FAU llegó a estar entre los firmantes del manifiesto publicado en el diario Época, poco antes de la muerte del presidente Oscar Gestido, en diciembre de 1967, en e cual se predicaba la necesidad de dar la lucha armada para derrocar al sistema.
Su publicación provocó su inmediata ilegalización de la FAU, dos semanas después, ya siendo Jorge Pacheco Areco el presidente constitucional de turno.
Luego los anarquistas editaron algunas revistas ideológicas como Cartas de la FAU y Rojo y Negro, y al final León Duarte, Hugo Cores, Miguel Gromaz, Washington Pérez y Gerardo Gatti formaron una organización política llamada Resistencia Obrero Estudiantil (ROE), y un brazo armado embrionario conocido como Organización Popular Revolucionaria 33 Orientales (OPR-33).
La OPR-33 se dedicó entonces a realizar acciones violentas conjuntas con el MLN-T, que fueron firmadas como Comandos de Apoyo Popular o de manera independiente en respaldo de conflictos sindicales en curso.
Pero ese casamiento duraría pocos meses.
Así, el 16 de julio de 1969 la OPR-33 realizó un atentado contra el Centro de Computación del Banco Comercial y simultáneamente un comando armado robó del Museo de Historia Nacional la bandera de los Treinta y Tres Orientales.
Ya con la bandera a su custodia, la ROE y el OPR-33 debatió si para los comicios de 1971 apoyaba o no al Frente Amplio formado en diciembre de 1970, resolviendo al final no hacerlo porque era demasiado burgués.
La OPR-33 protagonizaría entonces múltiples escándalos publicitarios.
Si bien la OPR-33 quedó algo opacada por el brillo revolucionario del MLN-T, esta organización fue la responsable del secuestro de la periodista francesa Michelle Ray, compañera sentimental del cineasta galo Costa Gavras, quien ya había filmado su famosa película Z, cuya banda musical fue el motivo de campaña del Frente Amplio en 1971, y del secuestro del industrial Sergio Molaguero, por cuya comisión purgó varios años de cárcel el enfermero Jorge Vázquez Rosas, hermano del doctor Tabaré Vázquez.
Con Vodafone disfruta de Hotmail gratis en tu móvil. ¡Pruébalo!
1 comentario:
Excelente información !!!! Sigan así
Publicar un comentario