Compartimos un mensaje a los miembros de/del NO MÁS VIOLENCIA CONTRA LA MUJER "NO SEAS COBARDE" Stop Domestic Abuse.
Un grito desgarrado cortó la noche.
No llores mujer, no llores
tu cuerpo tiembla y espera,
sabes que volverá y tiemblas;
la tensión, el miedo,
sabes que atacará de nuevo
y esperas,
temblando, callada, sin fuerzas.
¡No vales nada!
El te lo ha dicho, ¿lo recuerdas?
¡No vales nada!
y vencida y pequeña,
esperas,
a que caiga sobre ti con más fiereza,
son las copas, dirás, la culpa es de las copas,
y esperas su violencia, pero...
Ya te duele el alma.
¡Tu desamparo es tan profundo!
que la soledad nunca fue más punzante.
Tu derrota, tu miedo
corren la loca carrera hacia adelante.
¡Dios mío! ¿Por que a mi?
te repetirás tantas veces...
De pronto, todo se acaba,
la calma vuelve.
Silencio... te levantas.
Ya se ha dormido, menos mal,
y despacio, muy despacio,
recoges los pedazos y las migajas
de esa noche horrenda.
Y, como tantas otras veces,
vas a ver a tus hijos
¿Estarán dormidos?
Ahí están escondidos,
con los ojos bien abiertos,
y con una cara tan triste
que da hasta pena verlos,
y te duele.
¡Y te sientes tan culpable!
quieres ser como los demás,
pero te avergüenzas.
Tu vida no es normal
crees que no la puedes cambiar.
Mujer, no te acobardes,
estas a tiempo.
Lucha por tu vida, que es valiosa,
por tus hijos, se lo debes,
no dejes que crezca en ellos
la semilla del terror y desesperen.
Siempre encontraras ayuda
Infórmate y da tu el primer paso,
que la esperanza se acerca
y te tiende nuevos lazos,
Tú eres importante,
nadie es dueño de ti,
tienes el mismo derecho
de vivir y ser feliz...
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Vean al Viejito Vizcacha:
"Recuerdo que cuando volví a Montevideo, detuvimos a un importante miembro de la izquierda uruguaya, una figura muy conocida actualmente, a quien los estadounidenses querían interrogar de cualquier manera. Me negué rotundamente. Lo interrogamos nosotros y había puntos oscuros en sus declaraciones, que comparamos con los de su esposa, también detenida. Casi nada coincidía entre las dos versiones. Lo que señalaba la mujer, dejaba en mala posición a su marido y para aclarar los hechos hicimos un careo entre los dos. Enfrentados ambos en mi despacho, la esposa ratificó sus dichos, dejándolo a él en una posición para ser enviado al Juez, quien probablemente con las pruebas aportadas, terminaría procesándolo. El hombre, desencajado ante lo que decía su mujer, gritaba desesperadamente: ¡Es una cínica! ¡Tortúrela comisario para que diga la verdad! ¡Hágala torturar y comprobará que está mintiendo para perjudicarme!" (...)
Página 57 de "LLAMEN AL OTERO", DE RAÚL VALARIÑO.
¡Es hora que descubras quién eres! Alguien puede conocerte mejor que tu mismo.
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