Pascasio Báez Mena, de 46 años, fue ultimado por el MLN en el año 1971 cuando por casualidad, estaba buscando un animal y se topó con uno de los dos berretines que conformaban lo que los tupamaros denominaban “Caraguatá”.
Se trataba de dos depósitos de armas y lugar para práctica de tiro llamados “berretines” o ”tatuceras” que habían construido en la estancia “Spartaco” propiedad de la familia Sclavo, ubicada en el km.119 de la ruta 9, próximo a Pan de Azúcar, Dpto. de Maldonado, conocida en la interna de la organización criminal como "EL CARAGUATA".
La investigación de este crimen efectuada por las Fuerzas Armadas a comienzos de los años setenta determinó que el peón rural se topó con el berretín más pequeño donde en ese momento se encontraban los tupamaros Ataliva Castillo, Osare y Xenia Itté
Uno de los guerrilleros lo detuvo y avisó al resto de los integrantes de esta célula que se encontraban en el “berretín” más grande: Manera, Rodríguez Cansan, Fernández Cabeles y Ramos. Báez Mena constituyó todo un estorbo para las células y obligó a los guerrilleros a consultar con la cúpula máxima de la organización sobre qué harían con el prisionero.
Las opciones fueron tres: mantenerlo detenido, sacarlo del país o ejecutarlo.
El médico Henry Engler viajó a la estancia con el cometido de determinar la mejor solución para la organización. De común acuerdo con los tupamaros presentes en el lugar Engler coincidió con que el asesinato de Báez Mena era la mejor solución. Esto fue comunicado al propietario del campo, Sclavo, quien eligió el lugar donde sería enterrado el cuerpo del peón. Luego, según la crónica efectuada en su tiempo por los militares, Becca Tessa y Henry Engler se hicieron cargo de conseguir la droga que seria inyectada a Báez Mena en tanto el resto de los tupamaros se dirigió al lugar donde luego se enterraría su cuerpo Para tranquilizar a Báez Mena los tupamaros le dieron una muda de ropa para, según le explicaron, poder llevarlo a un lugar más seguro para lo que también habría que aplicarle un tranquilizante. Ismael Bassini le aplicó el inyectable y lo mató con una sobredosis de pentotal
Esther Baez Mena recuerda el asesinato de su hermano Extracto de la entrevista.
Diario Correo; 18 octubre 2004
Recordando a su hermano Báez Mena refirió que "Él hacía trabajos de todo tipo de construcción, de alambrado, de lo que viniera porque siempre estaba en el campo. Siempre se estaba moviendo en esos detalles. Él fue a buscar un caballo de un tal Pereira Mussio que vivía por ahí. Ahí lo descubrieron pero no sé cómo lo agarraron", señaló.
Desaparecido
“Mi hermano estuvo desaparecido siete meses que fueron de mucha tristeza y locura. En un primer momento pensamos que se había ido porque se había peleado con su mujer, con la cual no se llevaba bien pero seguían juntos. Como siempre él se iba a trabajar a las granjas en Montevideo. A mi madre y a mí nos llamó la atención porque él siempre escribía."
"Fueron siete meses de locura"‚ sostuvo al recordar que se enteraron por la radio del hallazgo del cuerpo de su hermano.
“Fue un golpe muy fuerte. Mi padre quedó loco por esos siete meses de angustia que se transformaron, luego, en una obsesión por la venganza que le duró el resto de los años que vivió"‚ agregó.
Esther Báez Mena dijo que su hermano era un blanco no militante que jamás trató con políticos por lo que descarta que hubiera estado en contacto con alguna agrupación partidaria por las fechas en que fue asesinado.
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Ayer lunes estaba viendo las noticias en Canal 10 y entonces la señora Blanca Rodríguez presentó un evento, donde el señor HENRY WILLY ENGLER GOLOVCHENKO alias OCTAVIO se reunió con viejos camaradas, de lo que ella calificó como "peripecias" y prisión durante la dictadura.
Qué contraste con la cara de asco con que se refiere al señor Bordaberry, al doctor Blanco o al general Álvarez cuando comenta sus procesamientos, acusados, sin prueba ninguna, de asesinato.
Quisiera decirle a la señora Rodríguez que las "peripecias" a las que se refiere son su participación, directa o indirecta, en una docena de asesinatos a sangre fría, entre los que sobresale el del peón Pascasio Báez, al que no sólo sentenció, sino que viajó a la tatucera de las cercanías de Piriápolis, llevando el pentotal que le sería inyectado para cumplir esa sentencia y luego lo enterró con cal a orillas de un arroyo cercano.
Hoy quiso el destino que mientras mi señora pagaba en la Tienda Inglesa de Montevideo Shopping, Engler llegara detrás de ella con un aire acondicionado que estaba comprando y no pude resistir mirarlo fijamente a los ojos, tratando de ver el verdadero ser que hoy nos quieren vender como un dedicado científico, benefactor de la humanidad.
En ningún momento levantó su vista, pero no me quedó duda que es un tipo muy jodido, que debe haber matado con total frialdad y que de esas "peripecias" no le ha quedado ningún remordimiento, como a la mayoría de los camaradas que lo acompañaban en el evento que comenté al principio.
Lo malo es que quienes tienen el poder de informar a cientos de miles, que eran muy pequeños o ni habían nacido en esa época, tergiversan la verdad, transformando a un feroz asesino en una víctima del "terrorismo de estado".
Sra. Rodríguez, aunque sea por respeto a las víctimas de esos "pícaros muchachos", que es como se trata de presentar a quienes han pasado por unas "peripecias" tan "divertidas", la próxima vez informe la verdad sobre ese múltiple asesino, al que hoy llamarían terrorista o asesino serial. Dos de Agustín Tajes
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