lunes, 23 de junio de 2008

RE: Ganar las elecciones no es ganar el poder CONOZCA EL PENSAMIENTO DE RAFAEL CORREA, PRESIDENTE DE

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Date: Mon, 23 Jun 2008 17:35:01 -0500
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Subject: Fw: Ganar las elecciones no es ganar el poder CONOZCA EL PENSAMIENTO DE RAFAEL CORREA, PRESIDENTE DE ECUADOR
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El mundo|Domingo, 22 de Junio de 2008



REPORTAJE A RAFAEL CORREA, PRESIDENTE DE ECUADOR

"Ganar las elecciones no es ganar el poder"

En diálogo con PáginaI12 el presidente de Ecuador habló de su coalición opositora, el rol de los medios y de la banca. De la relación entre democracia y poderes fácticos. De su proyecto socialista y sus límites. De la dolarización y las remesas. De la relación con los países de la región, con Colombia, con Estados Unidos. De mucho más, hasta de un gol en tiempo de descuento.

Por Mario Wainfeld

Desde Quito

El palacio Carondelet, la casa de gobierno, está enclavado en la Plaza Grande, arquetípica plaza colonial. Los patios interiores son hispánicos y bellos, rebosan de flores. La sala en la que se realiza la entrevista es, como todo el entorno, señorial. La madera labrada le da su tono. Retratos de Simón Bolívar y del mariscal Sucre. Rosas blancas, carnosas y aromáticas ornan la mesa en que se colocan los grabadores. La entrevista, experiencia nueva para el cronista, es filmada por equipos de comunicación del gobierno. Una vez publicada en PáginaI12 podrá ser usada para la difusión interna. Rafael Correa es un entrevistado amable y concentrado. Su seducción finca en la energía, en la palabra. Es cortés, cálido al saludar, para nada zalamero. Mira fijo al reportero (y a la cámara), sus ojos reflejan más sus sensaciones y sus énfasis que sus manos.

–¿Cuántos idiomas habla usted, presidente?

–Hablo más o menos el español, todavía no totalmente bien. Estropeo un poco el francés. Y algo, principiante, en quechua, entiendo el quechua.

–Inglés habla bien.

–Hablo.

–Usted estudió en Europa y en Estados Unidos, tendrá algún contacto con sus ex compañeros...

–Sí.

–Si uno de ellos lo encuentra (los europeos, que son más conceptuales, o los gringos, que son más empiristas) y le pregunta: '¿Qué clase de presidente eres tú? Estás cambiando la Constitución, discutes con los productores de arroz y les dices que no pueden exportar libremente si no garantizan abastecimiento y precios para el mercado local, disputas la renta petrolera, tienes conflictos con la gran prensa', ¿qué le contestaría?

–Que soy un idealista con los pies bien puestos sobre la tierra. Apuntamos muy alto, sabemos dónde queremos ir, pero también somos muy pragmáticos. Sabemos negociar, sabemos tomar medidas pero sin perder el norte. Ese norte: nosotros somos socialistas, queremos una sociedad con más equidad, queremos un país desarrollado, desarrollo medido por la cantidad de pobres.

–Usted ganó la presidencial, fue por la Constituyente. La ganó con amplitud. En septiembre habrá referéndum para aprobar o desechar la Constitución. ¿Es necesaria para la gobernabilidad y no es demasiado riesgosa para su legitimidad la seguidilla de elecciones y consultas?

–La Constitución del '98 fue la institucionalización del neoliberalismo. Su economicismo era ridículo. Dio autonomía al Banco Central. La Constitución es el hito de nuestra revolución ciudadana. Somos tremendamente democráticos. Se preguntó al pueblo si quería la Constituyente: el Sí fue rotundo, 82 por ciento, contra el 11 por ciento del No. Fueron las elecciones más democráticas de la historia ecuatoriana. Se garantizó equidad en el acceso a los medios. Se garantizó equidad de género. Antes había "alternabilidad", pero los tres primeros candidatos eran hombres, las tres últimas mujeres aunque nunca salían. Hoy hay uno y uno, tenemos una Constituyente con 45 por ciento de mujeres. Los migrantes pueden votar y ser elegidos. Ahora nos exponemos al referéndum. La Constitución del '98 que aceptaron tan alegremente no fue sometida al pueblo, la nuestra sí.

–Se lo ha visto hablando en lenguaje muy llano en los actos, llegando a actos a caballo, poniéndose ponchos. ¿Eso es personalismo, caudillismo?

–Hago esas cosas porque la gente las busca, es lo que se tiene que hacer. No soy caudillista ni populista. Muchas veces se confunde en América latina ser popular con ser populista. Así se me adoctrinó: ser técnico, no ser populista, es (en verdad) ser sadomasoquista. Mientras más cruel con la gente era uno, más técnico era con los paquetazos. Pero no es así: se puede ser muy técnico, muy responsable y ser popular al mismo tiempo porque la gente reconoce la autenticidad y la entrega. Somos un gobierno muy popular, no populista.

–Le escuché decir esta semana que si las empresas petroleras están muy enojadas eso es una buena noticia...

–... decían, a modo de reclamo, "las empresas petroleras están molestas". Claro, muy simple: porque estamos haciendo bien las cosas. Si estuvieran contentas, significaría que se la están llevando en peso.


–¿Es tan importante el peso de los poderes fácticos como para obligar a un conflicto permanente con ellos?

–Tal vez mi manera de ser exacerbe el conflicto: soy irascible y frontal. Pero seamos realistas: ganar las elecciones aquí no es ganar el poder. Los poderes fácticos continúan ahí, muchos de ellos intactos. Y la lucha es por cambiar esa relación de poder. La Constitución va a prohibir que las empresas financieras posean otra clase de empresas fuera del sistema financiero. Hoy, de los siete canales nacionales de televisión, cinco son de la banca. Usted habla de regular la tasa de interés o disminuir los costos de los servicios bancarios... y verá qué campaña tiene en contra. Ese es un gran paso para cambiar la correlación de fuerzas. La fuerza debe tenerla la ciudadanía, las grandes masas, la gran población, no los grupos de élite de siempre. Los poderes fácticos no van a renunciar tan sumisos a sus poderes de siempre. ¿Usted cree que si yo fuera un presidente funcional al statu quo, la prensa me trataría tan mal? ¿Sería chief líder de mi gobierno si fuera funcional?

–¿Podría describir para un lector argentino cómo es el arco de su oposición?

–La partidocracia, los partidos tradicionales, han sido destrozados. Se cree que no hay oposición pero es un gran error. Por el contrario, tenemos una oposición muy fuerte que viene de los medios de comunicación. Como dice Ignacio Ramonet, ellos son los perros guardianes del sistema económico vigente. En América latina son los mayores defensores del statu quo... empresas que, bajo el pretexto de la libertad de expresión, defienden sus intereses particulares. Claro que hay excepciones, honrosas excepciones. Tenemos poderes económicos, la banca que sabe que le estamos quitando sus privilegios y están conectados con los medios de comunicación. Tenemos ciertas cámaras de la producción que son sucursales de partidos políticos, pero se hacen llamar gremios empresariales. El gran capital. Lamentablemente, hay ciertos grupos de izquierda radical, intransigente, que han sido siempre aliados de la derecha y el statu quo. Con posturas infantiles, ridículas: no pago de la deuda externa, expulsión de las petroleras... todo o nada. Que el último apague la luz. Todo eso crea un importante arco de oposición. Uno de los problemas de este país es que ha habido muchos grupos con capacidad de veto y ningún grupo con capacidad de llevar adelante una gesta. Ya lo hay, con el 70 por de los votos en todos los rincones de la patria en las últimas elecciones. Pero esos grupos siguen ahí, con poder.

–¿Podría mencionar una meta general y un objetivo expresado en números para el fin de su mandato?

–Tenemos algunos índices, están en el Plan Nacional de Desarrollo. Resolver el problema energético... vamos por buen camino, iniciamos ya cuatro megaproyectos, vamos por tres más. Hasta ahora sólo se había construido uno, ésa es la revolución ciudadana. Tenemos metas claras en nutrición, educación... El próximo año esperamos declarar a Ecuador país libre de analfabetismo. Tal vez podamos lograrlo un poco antes.

La región, Colombia, las FARC, Estados Unidos

–La integración regional, ¿es posible hoy, con la marca de los enfrentamientos históricos, la balcanización?

–Muy probable, muy viable. Lamentablemente se dio este conflicto Colombia-Ecuador, por culpa de Colombia, pero comparativamente éste es el período con menor cantidad de conflictos que ha habido en América latina, sobre todo en Sudamérica. Hay más voluntad integracionista. El desafío es que esa integración se concrete en hechos de beneficio para la población.

–La bandera es tradicional y grata. Pero ha sido de difícil traslación a la cooperación y a la integración económica. Se advierten sintonías similares en distintas figuras políticas...

–Ha habido un cambio de época. Gobiernos progresistas, empatía entre presidentes y decisión política, con vocación integracionista de nuevo cuño. No lo que se vio en los noventa, donde querían convertirnos en un gran mercado. Queremos convertirnos en una gran nación.

–¿Cuál es la situación actual con Colombia, tras la agresión internacional de meses atrás?

–Somos los agredidos, nosotros tenemos que fijar los tiempos. Hemos dado un paso, fijar las relaciones a nivel de encargados de negocios. Tenemos una frontera muy caliente, es bueno tener comunicación fluida. Pero, para establecer relaciones plenas, vamos a exigir que se aclare plenamente ese ataque. Las bombas eran norteamericanas y, de acuerdo con los informes de nuestra fuerzas armadas, no pueden haber sido arrojadas por aviones colombianos. Tres de los heridos, según informes forenses, con mucha probabilidad fueron rematados en vida. El ciudadano ecuatoriano que murió ahí fue por culatazos en el cuello y no por tiros ni bombas.

–¿Cuál es la relación del gobierno de Ecuador y de su presidente con las FARC?

–En mi vida conocí a alguien de la FARC. Eso indigna: nos agreden, levantan una calumnia y tenemos que justificarnos.

–¿Hasta qué punto puede Ecuador controlar en términos militares esa frontera?

–Imposible. Es una frontera muy porosa. Ni Estados Unidos puede controlar el paso de inmigrantes a su territorio y está construyendo un muro. Y ahí no hay selva. Acá hay 400, 500 kilómetros de selva amazónica. El mundo tiene que entender que el problema no es Ecuador, que el problema es Colombia, Y que cada vez que se infiltra una patrulla de la FARC en Ecuador, significa que se exfiltró de Colombia. Nosotros tenemos 13 puestos militares en la frontera, cuando necesitaríamos (en tiempos de paz) la cuarta parte. Colombia tiene dos. La estrategia de Colombia es resolver el problema desguarneciendo su frontera sur, nos quiere involucrar.

–La hipótesis es que Ecuador fuera una suerte de pared...

–Es la estrategia del yunque: ellos atacan de norte a sur, dejan desguarnecida su frontera sur para que nosotros hagamos el gasto. Eso también indigna. ¿Sabe cuántos colombianos tenemos refugiados en el país? Cuatrocientos mil colombianos, diecisiete mil con status de refugiados, hay muchas solicitudes más. El problema no es con el pueblo colombiano, el problema es con Uribe.

–En Ecuador hay una base militar norteamericana. Usted anunció que el año que viene no renovará el tratado. No soy experto en geopolítica, pero me animaría a apostar algo que esa base se desplazará a un país limítrofe. ¿Su gobierno analiza esa perspectiva?

–No nos interesa. En el 2009 se acaba ese infame tratado que firmó el gobierno entreguista de (el ex presidente Jamil) Mahuad sin recibir nada a cambio. Soberanía es no tener soldados extranjeros en suelo patrio. Que se vayan a un país limítrofe. Es problema de ellos.

–Una de las ventajas actuales de la región, como dice usted, es la relativa paz. Tengo la impresión de que hubo otra, a partir del 11 de septiembre de 2001: una menor atención de Estados Unidos sobre la región, por su mayor interés en Medio Oriente. Esa falta de centralidad, tal vez, nos vino bien.

–Yo comparto eso. Es más: la política de (George) Bush ha sido tan torpe en la región que nos ha favorecido. Tenemos mucho que agradecerle los gobiernos progresistas, nos ha ayudado bastante.

–¿Piensa que el nuevo gobierno será distinto? ¿Puede haber diferencias según si el nuevo presidente es McCain u Obama?

–Imagino que un presidente demócrata podría ser distinto. Pero América debe contar con su propia fuerza. Es hasta cierto punto de vista intrascendente cuánto cambiará Estados Unidos. Que no será mucho.

–Alguna vez un funcionario argentino actual, que lo conoce bien, me dijo "Rafael Correa es un hijo de clase media, católico practicante, de formación universitaria que se lanzó a la política. Acá, en los '70, habría sido de la Juventud Peronista". ¿Le dijeron algo así?

(Rie) –Nunca me han dicho eso. Yo admiro mucho a Perón y al movimiento peronista.... Ahora, sí soy más de izquierda que los peronistas.

–Peronistas usted puede encontrar en cualquier lugar del espectro...

–Pero hubo y hay unos cuantos peronistas de derecha.

–Doy fe. Le agradezco y le dejo abierta la última palabra por si quiere comunicarle algo más al lector argentino.

–Solamente que la próxima vez acaben los partidos a los 45 minutos, no a los 49 (risas).

–Pero el tiempo de descuento está dentro de lo legal, presidente.
–Pero no cuatro minutos... (risas).



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El mundo|Domingo, 22 de Junio de 2008

Dolarización y remesas

Por Mario Wainfeld

Desde Quito

–Los argentinos tuvimos la convertibilidad, ustedes tienen la economía dolarizada...

–Es peor que la convertibilidad. En la convertibilidad usted está uno a uno peso a dólar, usted importa la política monetaria de Estados Unidos pero conserva la moneda nacional. No pierde señoraje, conserva algunas cosas. Aquí perdimos todo.

–Con la convertibilidad, la Argentina primero resignó su soberanía monetaria, en poco tiempo entregó su política económica y, luego, fue quedándose sin política, lisa y llana. Le pido nos explique por qué eso no va a ocurrir en Ecuador o cómo se va a hacer para salirse de ese brete.

–Usted ha utilizado el término exacto: renunciar a la moneda nacional es renunciar a la soberanía monetaria, es importar una política monetaria extranjera. Fue un error histórico la dolarización, producto de la novelería de nuestras élites que hablan en español pero piensan en inglés. Se relacionó la moneda con la crisis del '99 cuando fue producto de la sinvergüencería de los banqueros. Fíjese la paradoja: nos quedamos sin moneda pero el poder de los banqueros quedó intacto. Pero para nosotros era muy difícil ensayar una salida de la dolarización, porque no había ese consenso social y además hubiera habido grandes ganadores y grandes perdedores. Nos hemos comprometido a mantenerla en estos cuatro años de gobierno. Eso no excluye que siga siendo una barbaridad técnica y un error histórico.

–Un problema central de la salida catastrófica y desordenada de la convertibilidad argentina fue la falta de reservas. ¿La política de Ecuador va en otro sentido?

–Argentina no salió de la convertibilidad. La convertibilidad sacó a Argentina. El proceso ecuatoriano tiene rasgos parecidos a los de Argentina: perdimos mucha competitividad, algo recuperamos ahora con la apreciación del dólar. Pero se diferenciaba fundamentalmente en una cosa. La dolarización tarde o temprano controla la inflación, eso es una perogrullada. Pero se generan desequilibrios internos. Y para sostener los equilibrios macroeconómicos, sobre todo en el sector externo, necesita una fuente de divisas no sujeta a la competitividad. Panamá puede subsistir con dólar porque tiene el canal. En El Salvador, 18 por ciento de su PBI son remesas de sus emigrantes. Argentina no tenía ese tipo de recursos, por eso explotó. Nosotros pudimos sostener la dolarización porque tenemos dos fuentes no sujetas a competitividad: petróleo, recurso no renovable, y remesas de emigrantes que son más o menos el 8 por ciento del PBI.

–Contrariamente a la dolarización, las remesas son un dato exótico a las vivencias de los argentinos.

–Porque ustedes no han tenido grandes fenómenos migratorios. Ecuador tampoco, eso fue invención del neoliberalismo después del '99.

–¿Cómo enfoca un presidente, economista, con un proyecto político, la contradicción entre la llaga que significan tantos compatriotas emigrados y la existencia de un importante aporte al PBI, el segundo en importancia?

–Es una contradicción, primero, del ser humano. Esas remesas mantienen la economía nacional. ¿A qué costo? Familias destrozadas, separadas, generaciones de jóvenes que se nos forman con los tíos, los abuelos ¡con los hermanos mayores! Aquí hay adolescentes que cuidan a sus hermanos menores. Adolescentes que reciben cientos de euros por mes y no saben qué hacer y tenemos un grave problema social. Esposos que han estado separados ocho o nueve años y se hacen de otros compromisos... El costo ha sido altísimo. Para nosotros no hay un segundo de duda: yo prefiero perder esos dos mil millones de dólares en remesas y que la gente viva feliz a mantener la economía con tanto sacrificio.

–Toda persona anhela vivir con su familia, en su cultura. El que se ha ido fue por la dificultad económica. ¿Qué alicientes, qué incentivos hay para que regrese?

–Estamos trabajando muy fuerte. Para nosotros, la emigración es el más fiel reflejo del fracaso de las políticas públicas de los últimos años. Este va a ser el gobierno de los migrantes. Creamos una secretaría nacional, con rango de ministerio. También implementamos un Plan Retorno. Vamos a implementar créditos para cuando lleguen. Bonos de la vivienda. Exoneración arancelaria para todos sus bienes. Si allá tenían un consultorio odontológico, que puedan traer el equipo sin pagar aranceles. Estaba prohibido que importaran carros de segunda mano, ahora pueden. Vamos a poner centros ecuatorianos en los países donde haya muchos emigrados para que no pierdan sus raíces culturales.

–¿Cuál es su parecer sobre la reciente medida de la Unión Europea (UE) sobre los inmigrantes?

–Es una vergüenza. Imaginemos que hubiéramos aplicado esas medidas durante la Guerra Civil española o durante la Segunda Guerra Mundial.

–O antes, cuando vinieron mis abuelos.

–Qué contradicción. Esa Europa que se jacta de ser respetuosa de los derechos humanos, heredera de los enciclopedistas, de la Ilustración...
Qué vergüenza.

–¿Piensa tomar medidas, acciones conjuntas con otros países de la región?

–He dado instrucciones a mi canciller para tener un reclamo, una postura regional. Probablemente no incidamos en la decisión de la UE pero habrá una presión moral. Y nos reservamos el derecho a responder. Quién sabe si pronto cambie la situación y la tortilla se vuelva, como dice la canción...

–... de la Guerra Civil española, precisamente...

–... y se vengan de Europa a buscar el aire puro de la Amazonia. Bueno, tendremos que aplicarles las mismas condiciones que nos aplicaron cuando tuvimos necesidad, entre comillas, de ellos.

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El mundo|Domingo, 22 de Junio de 2008

Lo particular y lo general

Por Mario Wainfeld

Desde Quito

Rafael Correa es hiperquinético y confrontativo. En la mañana del jueves la emprendió con los productores de arroz a quienes impide exportar hasta tanto garanticen abastecimiento y precios decorosos para el mercado interno. Recibió a una funcionaria española con quien polemizó duramente por las medidas discriminatorias de la Unión Europea contra los inmigrantes. Concedió otra entrevista y se tomó un avión para almorzar y dialogar cara a cara con sus representantes en la Constituyente. El reportaje con PáginaI12, pautado para primera hora, pasó para la noche.

El presidente de Ecuador quiere desbaratar la herencia neoconservadora, como otros tantos vecinos. Su país se beneficia por la abundancia de una commoditie en alza (el petróleo) que da alguna sustentabilidad económica al proyecto. Pero la dolarización y el peso de las remesas de los emigrantes (segundo rubro en el PBI) –dos características recurrentes en estados centroamericanos– limitan el margen de acción de Correa.

Tiene apenas 45 años, terminó su formación académica en Lovaina y en Illinois. Es un economista heterodoxo, capacitado en el Norte. Le agrada llegar galopando a los actos, vivió en una comunidad indígena ("es el posgrado más importante que hice"). Pero su despacho presidencial podría haber sido instalado por Bill Gates. Computadoras para cada silla de la mesa directorio, material de primera para teleconferencias con ministros, seguimiento informático de la gestión. Fotos con otros mandatarios ornan el despacho: con Lula, con Alan García, con Hugo Chávez, con Néstor Kirchner. La del argentino es la única con dedicatoria, "A Rafael por el proyecto de la Patria Grande". Correa hablará con deferencia del ex presidente argentino ("admiro mucho a Néstor, un hombre muy pragmático, muy inteligente") pero no se privará de destacar que es más de izquierda que los peronistas.

Católico practicante, dice abogar por un estado laico. Orador fogoso y embravecido contra la banca y la gran prensa, afirma no ser populista sino popular y socialista. Habla bien derrochando fervor, pero sin alzar la voz, sin bromear salvo en el epílogo.

El reportaje termina cerca de las diez de la noche. Correa moviliza a sus colaboradores a nuevas tareas. Aun antes de despedirse del reportero hace llamar a un ministro, concerta reuniones con un embajador. Sale disparado con una cohorte detrás.

–¿Ya se van para casa?, pregunta PáginaI12 a una de sus allegadas. Para nada, le responden, su jornada dura hasta pasada la medianoche. Eso sí, empieza temprano, antes de las seis. Y nada de siesta, cuentan.

Con su estilo, a todo lo que da, va por un referéndum constitucional en septiembre, contiende con los poderes fácticos, emite sarcasmos contra la derecha local e internacional. En un país especial y mestizo, como lo son todos incluido el nuestro, es una potente figura particular que engarza bien en una tendencia general.

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